Si vienes buscando aquí, en este texto, una guía sobre poliamor o experiencias en la no-monogamia1 o un ensayo filosófico o sexológico sobre poliamor y distintos modelos o de prejuicios sociales sobre la no-monogamia… lo siento, este no es el texto. No, este texto es literalmente un recuento de inseguridades de alguien que se está dando cuenta cada día más de que está ad portas, tiene miedo, tiene vergüenza y sabe que, al final, encontrará su camino… pero es que yo quería dejar escrito este momento en el umbral un poco con la esperanza de que, algún día, en un tiempo, mire a este texto y diga: “Oye, cómo has avanzado desde aquel final de noviembre de 2023”.

Porque hay una cosa que yo sigo a rajatabla: no hablo de lo que no conozco de primera mano. Lo que sí que conozco de primera mano es el revoltijo emocional que tengo en el corazón con este tema desde hace tiempo.

Yo llego a interesarme por el poliamor de forma indirecta. Fue leyendo Lesbian Love Story de Amelia Possanza,2 que es una antología de memorias de mujeres lesbianas a lo largo de la historia. “It was desire, the desire to forge something new”, describe Amelia (p. 20) al explicar cómo Mary Casal buscó salirse de todos los marcos sociales que debía seguir una mujer de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, entre ellos, claro, ser una mujer entregada exclusivamente a su esposo. No, Casal iba a romper y rompió todo: y si eso significaba tener múltiples amantes y, encima, mujeres… escándalo doble. Cuando Possanza cuenta la historia y amores de Mabel Hampton y Lilian Foster, no duda en caracterizar que entendían su homosexualidad como una forma comunitaria de amarse entre mujeres (pp. 88-89).

De hecho esto me sorprendió muchísimo, porque un estereotipo muy extendido es esa versión ultrarromántica de la lesbiandad que se vende mucho en los medios. A los hombres gays se los ha representado muchas veces a través de la promiscuidad, fiesta, sexo sin ningún ápice de sentimientos –estoy pensando en ciertas vallas publicitarias del Gaixample barcelonés–. A nosotras… pues con el cottagecore y el estereotipo de que una relación sáfica es tierna, suave… Son estereotipos sexuales del mundo heterosexual aplicados a las relaciones que no lo son; nada nuevo. De ahí la idea esa tan perversa de que el sexo entre mujeres “como que no es sexo” y que, como somos ángeles sin carne ni deseo realmente, pues… oye eso de la promiscuidad es de los hombres, las mujeres “buscamos el amor”, nos casamos a los 3 meses y adoptamos o pasamos un tratamiento de fertilidad al cabo de un año de relación. Reíos, pero ese estereotipo borra por completo la sexualidad sáfica y, por tanto, la imagen de mujeres poliamorosas. Claro, yo soy consciente ahora, pero obvio que he sido víctima de esto.

Luego vino Dua Lipa.

Esto es un paréntesis raro quizás, pero yo a Dua no la sigo por su música, que no me llama nada la atención –ni fu ni fa, la verdad–, sino por su podcast Dua Lipa: At Your Service. Sé que hoy en día muchas celebs tienen podcasts y que la gran mayoría son más una plataforma publicitaria que otra cosa, pero en el caso de ella yo veo algo que va más allá. Dua Lipa ha creado una especie de “incubadora” cultural, con editorial incluida, club de lectura, etc., llamada Service95, y el podcast está integrado más bien ahí, con colaboración de ni más ni menos que de la BBC. Es una chica con inquietudes que yo veo muy genuinas: vamos, organizar una lectura pública y compartida de Cien años de soledad con debate abierto es ir mucho más allá de buscar visibilización publicitaria. Para mí ha sido una joya encontrarla y la recomiendo muchísimo, porque, lamentablemente, cuesta mucho todavía que el mundo del podcasting tenga voces femeninas y que vayan más allá de contenido estereotipado manejado por grandes productoras.

Dua grabó una entrevista con Troye Sivan. Es una entrevista muy sentida y muy bonita donde él cuenta muchas experiencias que ha tenido como hombre gay, dificultades con el mundo de la fama, etc., pero lo que quiero contar es que fue en esa conversación donde él recomienda The Ethical Slut.3 Como a Dua Lipa le encanta hablar de libros, ese episodio tiene una parte como de introducción al libro que me llevó a comprarlo enseguida.

Como sabéis, escribí un comentario del libro aquí mismo en este blog. En ese comentario me centro más en la filosofía del deseo y del placer, que es lo que me atormentaba más en ese momento, y no tanto a las relaciones poliamorosas en sí. Ahora que leo ese comentario veo tantas oportunidades perdidas, pero, bueno, yo estaba en el momento en el que estaba…

Lo importante que quiero rescatar ahora es que jamás habría comprado ese libro sin tener una introducción previa como la del podcast de Dua Lipa. Lo habría descartado solo por el título, por el tema… porque…


Porque cuando leo contenido poliamoroso o leo experiencias, lo primero que se me pasa por la cabeza no es “Esta gente qué bien se lo monta”. No, mi pensamiento, lleno de una amargura muy física –como una pesadez– es:

–Esto es tremendamente difícil.

Yo soy una outsider. Para mí todo lo que viene de la comunidad poliamorosa, en este momento, me incomoda muchísimo. Lo que pasa es que ya me conozco tanto, tanto, tanto, que sé que esos sentimientos de incomodidad suelen acabar siendo lo que me marca el camino a crecer. Ya estoy tan escaldada que veo la incomodidad como un signo:

–Tía, esto te incomoda porque te estás reprimiendo.

La incomodidad viene de una cosa muy concreta: del sentimiento de que no seré capaz de ser buena no-monógama porque yo tengo un historial sexual muy complicado. Ya lo he contado más de alguna vez, pero el resumen es que vengo de un ambiente muy ultraconservador, sufrí abusos de muy peque y yo tuve que pelear muchísimo para poder sacar adelante la mujer que soy ahora… y estuve un par de veces muy cerca de no poder contarlo. Me cuesta muchísimo no solo ligar, sino dejar que me liguen; de hecho soy una experta rechazando chicas que me gustan. Mi automatismo es rechazar y, por supuesto, hervir en la olla de mi propio deseo cuando me gusta alguien, hasta que acabo reventando en plan mal y, normalmente, acabo haciendo una renuncia silenciosa que me deja destrozada.

Es un círculo vicioso y una parte de ese círculo es la autopercepción de es que no tienes la madurez… y, luego, la vergüenza de “no tenerla” a los 35 años. Sumamos a eso dos relaciones que fueron muy complicadas por motivos que no vienen al caso y ahí tenemos encima un sesgo de confirmación muy metido dentro de que “es que todo va a ser un desastre, porque no tengo las herramientas, me da vergüenza porque parece que todo el mundo sepa más que yo y tampoco quiero ser una pesada, blablablá…”.

Solo gracias a terapia soy consciente de todo ese discurso interno malísimo que tengo… A darme cuenta de todo esto no llego yo sola. Darte cuenta, sin embargo, no es lo mismo que tener desmontados los activadores. Ahí están. Son cosas que me sigo diciendo, a pesar de tener conciencia de ellas.

Veo la enorme ética que hace falta para el poliamor y yo lo que siento automáticamente es que soy demasiado pequeña. Y sí, hace falta una ética: acuerdos, saber comunicar, gestionar emociones complejas e intensas como los celos, seguridad en torno a las ETS… Si se quiere hacer bien, es necesario un trabajo personal muy importante… ¿Estoy yo preparada? Se me hace un nudo en el cogote.

–Oye, igual es que eres monógama. No shame in that.

No, no hay nada de malo en la monogamia, pero estoy con las autoras de The Ethical Slut en que lo sano sería que las personas decidieran o descubrieran explícitamente serlo y no lo fueran porque es lo que toca (p. 70).

Yo sé que no va por ahí. Ya he mencionado la incomodidad que me genera este espacio y que en mí eso es una señal de un deseo reprimido… Pero es que hay más… Hay un valor positivo…

Aix, cómo explico yo esto… Cómo me explico yo esto… Una lucecita en mi alma. ¿Por qué has de explicarlo? No todo tiene una explicación lógica y racional, mucho menos en la erótica. ¿O acaso cómo explico yo que tengo una divinidad inherente que viene de mi naturaleza e historia? Racionalmente es imposible; lo he explicado con poesía. Qué manía con la mente, tía.

Antes de mostrar el sentimiento con poesía… ¿Veis cómo opera la vergüenza? La vergüenza de “no sentirme suficiente” me lleva hacia: Ariadna, explica esto bien, con argumentos irrefutables. Nada, la poesía va aquí.

Mi divinidad me susurra en el fondo de su alma que mi amor brilla más en una constelación de cuerpos y almas en los cielos, uniendo y desuniendo trazos invisibles con las demás estrellas brillantes, según las formas que vayamos adquiriendo por el simple hecho de que el universo nunca, nunca, nunca deja de moverse. Me siento camino por el que pasa Eros y no destino.

Podría agregar ideas como la búsqueda de conexión, querer explorar, ser parte de la exploración de otra, querer aprender de los cuerpos y del mío propio, sentirme en una pequeña red, etc., pero es que me sabe frío. Sí, todo eso está, pero no es inherente al sentimiento… esas son consecuencias… Podría hacer una autopsia experiencial y, sí, hay cosas que me han pasado que me han mostrado cosas… pero es que el sentimiento es inexplicable y maldigo esta sociedad que exige que todo sea racional para que todo sea controlable, medible, exigible y, finalmente, enjaulado.

–Ariadna, ¿de verdad crees que estas son las palabras de una mujer que “no está preparada”?

Auch. La daga atraviesa mi alma.


He tenido que respirar. No me esperaba escribir lo que he escrito arriba. No me esperaba tener las cosas claras. Es tarde, son las 3 de la mañana y mi alma me pide continuar. Yo, que siempre temo tanto, que he jugado a “es que no lo tengo tan claro” y, como he escrito arriba, “que no me siento preparada” o toda la retahíla de inseguridades… Mi plan era escribir un texto que fuera un punto de partida tímido… un coqueteo, no un descubrimiento de que soy profundamente poliamorosa.

He visto pasar por delante de mis ojos mi vida, mis palabras… El solo hecho de preocuparme tanto por hacer las cosas bien… ¿no es buena señal? ¿Cuánto más necesito “prepararme”? ¿Cuántas páginas y páginas y páginas he escrito ya sobre sexualidad? Quizás no sepa todo, pero… la intención, ¿no es una intención de siempre buscar ser más delicada, más profunda y conocerme más? ¿No es eso mucho, mucho, mucho?

Y mi historia vital me ha enseñado un montón. Quizás no he compartido besos y cama muchas veces, pero ¿todo lo que he aprendido sobre cómo se conforma la identidad, cómo relacionarme con mi propio cuerpo…? Tía, eh… este texto. Es hora de aceptar que sé muchísimo más de lo que creo, porque he vivido muchísimo.

–Ariadna, ¿tú te has leído últimamente? ¿Te has sentido? ¿Crees que todo esto lo escribes sin sensibilidad, sin sabiduría, sin saber qué dices?

Me dan ganas de escribir: Soy una imbécil, pero no lo soy. Soy alguien que debe aprender a verse más poderosa. Lamentablemente me entrenaron para humillarme y reprimirme y desconfiar de mis sentimientos –hola, racionalidad exagerada– y esa desprogramación creo que cuesta, pero estoy en ello. Lo consigo a ratos, pero necesito hacer de ello un hábito. Tengo habilidades de sobra para que cualquier experiencia nueva sea positiva, para aprender, para enseñar también… porque no es verdad que yo sea un cuenco vacío… Todo el trabajo personal que he hecho vale mucho.


Lo que yo espero de esto no es saltar de cama en cama y de orgía en orgía. No. Además quien me conoce sabe que soy muy celosa de mi tiempo: me gusta mucho reservarme tiempo para mí, para crear, para filosofar con mi café yo sola… o ver memes o frikadas en YouTube. Tantos años totalmente soltera me han hecho vivir que no necesito una relación, aunque las quiera.

Lo que espero es estar cómoda en una visión del Eros. Para mí la imagen de la constelación me parece hermosa. Me parece hermoso aceptar que nos encontramos por el tiempo que nos toca y aceptar que yo no puedo darle todo a una persona, ni esa persona a mí y que hay algo bonito en permitirnos buscar esas combinaciones que queremos para crear un tapiz de amores distintos, experiencias distintas, fuerzas y debilidades distintas… Esa “familia extendida”, como lo llaman las autoras de The Ethical Slut. Puede ser hasta una fuente de estabilidad y una estructura de cuidados sólida, incluso. Sí, suena un poco a San Francisco años 60, pero quizás había una sabiduría ahí que perdimos con el paso de las décadas.

Dudas, todas. Todavía tendré que aprender a reunir el coraje para escribirle a alguien para quedar. Habrá mil retos. No me gusta mucho la idea de malentendidos o roces, pero será mejor aceptar que vendrán. Seguramente me sentiré fatal las primeras veces que una amante me diga que ha quedado con alguien diferente… una cosa es leer sobre cómo abrazar los celos y otra es abrazarlos. Habrá mil historias que no puedo ni prever en este momento…

La seguridad no puede venir de querer controlar lo que pase. La seguridad ha de venir de estar en paz con mis intenciones, mi forma de ver las cosas, mi alma… con cómo soy. Ahí está el valor de lo que he trabajado y seguiré trabajando de por vida. Es en eso en lo que me tengo que fijar: en cómo he crecido… Tía, que he salido de la oscuridad del Opus Dei, era alguien incapaz ni de pensar en su propio sexo y mucho menos de sentirlo… y ahora soy un alma libre que ha encontrado una pasión en querer explorar esta parte tan guay y tan humana del ser humano. ¿Eso no es crecer?

Creo que me he subestimado demasiado tiempo. Esto lo digo también en otros ámbitos, pero este texto ya es muy largo y no quiero meterme en más detalles.

Entonces, retiro aquello de que el poliamor es difícil. Difícil es la vida humana en sí, pero esto no es esencial e inherentemente difícil. Voy a trabajar la confianza en mí, querer más cómo soy, aprender a escuchar mejor y a comunicar yo mejor, dejar de lado la vergüenza porque mi vida ha sido heroica, porque me he atrevido a cuestionar todo, todo, todo lo que me hacía daño y me impusieron sin que me perteneciera. Eso es el camino de la perra ética,4 al final… Es el camino de la diosa…

Esto es absolutamente increíble 🙈 ¿Qué demonios acabo de confesar al mundo? Esto no era el plan… pero, aun así, me siento tranquila desde dentro…

Entonces, ¿ya no soy una outsider?


  1. Cuando me refiera a no-monogamia se entiende no-monogamia consensuada, porque la no consensuada es básicamente la infidelidad… pero voy a abreviar para ser práctica. ↩︎

  2. Possanza, A. (2023). Lesbian Love Story: A Queer History of Sapphic Romance. UK/USA: Vintage. Edición Kindle. ↩︎

  3. Hardy, J. W. y Easton, D. (2017). The Ethical Slut: A Practical Guide to Polyamory, Open Relationships and Other Freedoms in Sex and Love. (3a ed.). USA: Ten Speed Press. Edición Kindle. ↩︎

  4. Prefiero mucho más esta traducción que golfa ética. Lo siento, soy lingüista: tengo opiniones lingüísticas. 🤣 ↩︎