Creo que sobre la orientación sexual se ha escrito mucho y por quienes saben mucho más que yo. Es la orientación de nuestro deseo, adónde va, adónde se siente atraído… Podemos disecarlo, analizarlo, escudriñar sus entrañas hasta el fondo a ver de qué está compuesto, cómo funciona, cómo crear una guía para saber si eres esto o lo otro según a quién desees… Habrá quien sepa más que yo, una muchacha que apenas está conociendo qué hay en su corazón.

Sin embargo, la complejidad que supongo que se le puede encontrar a la orientación se concreta en mí en que soy una mujer a la que le gustan las mujeres. Mi mente hipertrofiada se ve tentada a preguntarse: ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Había otra posibilidad? Y, la respuesta es: “No sé”. Mi corazón responde: “Pues está bien no saber”. Está bien que no sepamos todo racionalmente: basta de chuparle la magia al mundo… Creíamos en la magia de pequeños, ¿por qué ahora le buscamos a todo la mecánica racional como si los sentimientos no existiesen?

Así que no pienso ponerme a racionalizar nada aquí. No me siento capaz ni lo siento útil. Solo quiero dar pinceladas de artista.

Yo solo sé que estuve un tiempo yendo en contra de mi deseo, forzando la brújula en dirección contraria. Sí, quizás en esos meses sentí cosas, pero algo estaba terriblemente mal. “Eso fue autoviolación”, me dijo con mucho amor un amigo que sabe de estas cosas. Quería sentirme “normal” y me traicioné clavándome un puñal hasta lo más hondo de las vísceras… No era la primera vez, pero sí que ha sido la última.

Como sé lo que se sentía cuando mi deseo no estaba alineado ahora sé lo que se siente cuando sí que lo está. Se siente suave. Se siente parte de una. Ya no estás remando cascada arriba. Es la apertura de puertas. Es aceptar que habrá dificultades quizás, porque el juicio ajeno es duro y las miradas a veces son crueles… pero las aceptas porque sientes que has encajado una pieza de ti dentro de ti. Te conoces más y mejor.

Incluso en los primeros momentos, cuando la vida nos muestra cómo es nuestra sexualidad, puede haber zozobra… incluso dolor… incluso muchas dudas y maldecimos queriendo que jamás se nos hubiese mostrado esta parte de nosotras. Puede pasar así. También puede pasar de maneras mucho más alegres, con mucha seguridad y muchísima aceptación desde un inicio… O con dudas más tarde por experiencias… Lo que sea. Cada una lo vive de manera tan distinta… Cuando digo suave no digo que sea “fácil”, digo que hay una sensación de unidad con quiénes somos que supera las circunstancias.

Es que para mí la orientación es parte de la identidad; yo no la separo. Hay unos modos de ver la vida, de vivirla, acciones, sensaciones, experiencias que están marcadas por cómo es nuestro deseo. Hay caminos que se abren y otros que se cierran por cómo se orienta nuestra erótica y eso no es ni malo ni bueno; simplemente es.

No hay dos homosexuales iguales. No hay dos heterosexuales iguales. No hay dos bisexuales iguales. La forma del deseo no es idéntica solo porque la orientación sea la misma. La vida de cada uno esculpe los detalles, en qué nos fijamos cuando nos gusta alguien… Es que gustar significa tantas cosas distintas para personas distintas… e incluso para una misma a lo largo de la vida. El deseo erótico es erótico porque juega con la corporalidad y lo que llamamos nuestro sexo, pero caben tantas cosas ahí… infinitas…

Las etiquetas son útiles pero es muy fácil dejarnos esclavizar bajo ellas… Sí, soy lesbiana y sáfica, pero que esas palabras no se transformen en una losa… que esas palabras me sirvan a mí. Si un día dejan de servirme o pasan a ser opresivas, siempre podré cambiarlas o descartarlas como ya hice con otra. Las etiquetas nos ayudan, pero nunca perdamos de vista que lo que importa no es la palabra, sino la realidad; y nuestra erótica es una realidad absolutamente personal.

Y entender eso es liberador. A mí me ha pasado creer que no era buena mujer sáfica por no cumplir con unos requisitos que no sé de dónde me inventé que lo eran… Al final eran estereotipos y prejuicios que transformé en reglas y algunas eran sumamente opresivas. A mí alguna amiga me ha confesado cosas similares también… Y es cosa de mirar por internet y encontrar cómo muchas personas se angustian por recibir una “guía definitiva” para saber con exactitud si son una cosa u otra…

El deseo es un proceso. Su orientación erótica también es un proceso. Quizás en mí parte del arrebato más carnal, pero luego viene el proceso de darle significado a lo que siento y vivo. El proceso es muy personal… y yo creo que se refleja hasta en cómo flirteas.

La liberación continúa aún más si una se da cuenta de que, al final, esa naturaleza biográfica nos corona como ya completas desde el inicio en nuestro descubrir. Autoconocerse es un proceso sin fin, pero ya estamos completas. Quizás nos venga bien conocer ciertas prácticas, pero ya estamos completas. Es nuestra propia vida la que nos ha completado. Esto libera. Esto quita presión. Esto me quita presión. Espero que a ti también.

Y aunque esté hablando muy lésbicamente, porque es la manera de implicarme emocionalmente con mis palabras… todo esto vale para cualquiera. Ya sabéis que yo siempre busco abrazar a todo el mundo porque creo que somos todos muy, muy, muy parecidos dentro de una diversidad multicolor.

Nos fijaremos en los sexos que nos fijemos, pero al final la atracción es para con una persona, una biografía, una vida… sea el nivel de atracción que sea… como si es un fling rápido o como si te gustara que esa persona fuera una de tus compañeras de vida a un nivel muy íntimo dentro de la constelación de la que tú formes parte –como si es monógama–. Y, al revés, cuando somos nosotras las deseadas, es lo mismo: es nuestra biografía, es quiénes somos… Sentir esto y aprenderlo en el alma me ha relajado, me ha quitado un peso grande de encima: la magia es mía. Mi deseo es mío. Quien me desea, me desea a mí. Los juicios, los requisitos inventados, sentirme insuficiente… todo eso es mentira.

Mi realidad es Ariadna. Tu realidad eres tú. Mi deseo se mueve de una manera, sí, por eso hablamos de que existe la orientación… pero, al final, al final, al final, la magia se da entre vidas vividas y cuerpos en almas que nos intrigan.

Orientar el deseo se descubre viviendo… y deseando, claro 😉