En el último post, me llamé a mí misma “la peor mensajera” para transmitir un mensaje positivo sobre la sexualidad. Habiendo pasado ya unos días de la publicación de ese texto, me he dado cuenta de que llamarme a mí misma la peor mensajera es un maltrato injusto. ¿Cómo la peor mensajera? ¿Por qué? ¿En serio creo yo eso de mí?

¿Me creo “la peor mensajera” para hablar de sexo, sexualidad, erotismo, etc., porque he tenido una historia muy complicada, de abusos, represión…? ¿O es porque me cuestan ciertas cosas aún? ¿Solo las personas con “historias felices” o que están “preparadas” tienen derecho a ser mensajeros? ¿Quién está “preparada” y para qué, exactamente?

Ay, corazón… Abraza tu propia historia. Es la historia de una superviviente. Es la vida de una superviviente. Es hora de transformar el plomo en oro, nena.

Mira, algunas hemos pasado por cosas muy extremas que la mayoría no pasa. No quiero volver a relatar aquí nada; es cosa de leer textos pasados en este blog y sabréis de qué hablo. Hoy aquí no me apetece hacer más referencia que lo que ya he dicho hace unas líneas. Y no me apetece porque los detalles, en realidad, dan igual: lo que importa es que yo atesoro una experiencia enorme, pero enorme, que tiene un valor y que me ha protegido también y que me ha ayudado a ayudar a amigas cuando me han necesitado.

Hay ciertos relatos que la cultura se empeña en esconder porque somos incómodas, pero somos necesarias. Por haber vivido el dolor, la violencia y experiencias muy duras, chicas como yo hemos tenido que aprendido qué es amor de verdad primero desaprendiendo y luego comenzando de cero. Y, vale, no voy a romantizarlo porque es un proceso largo, pero creo que he tenido una oportunidad de oro para adentrarme en qué es el Eros, qué es la sexualidad, qué significa para mí ser una mujer y lesbiana, por qué siento esto y lo otro, qué es consentimiento y qué no… Me he tenido que construir de muy abajo y… de acuerdo no ha sido bonito en muchos momentos… pero…

He desarrollado una sensibilidad que me gusta mucho. Ha sido por supervivencia, sí, pero eso no quita que sea bonita. Entonces, ¿soy “la peor mensajera”? Claro que no… Soy la mejor mensajera posible: soy mensajera de una vida muy rica, con muchísimos matices, como los de un caleidoscopio.

Entonces, bueno, quizás de momento todavía me da un pelín de yuyu flirtear o dejarme llevar por una experiencia erótica con alguien, pero… es que el objetivo no es ese. El objetivo es alcanzar la comodidad con una misma… y ahí creo que estoy muy, muy, muy bien… con detalles que corregir, hábitos de maltrato que me quedan –como el que he dicho al inicio y otros–, aprender a mirarme más deseable en general –incluso hablando como candidata en ofertas de trabajo– y, al final, ir quitándole el peso a la losa de que las experiencias traumáticas pasadas me definen rota, irremediablemente rota. Pues no, me definen como alguien que ha pasado un camino con experiencias que tienen un valor y que… si estoy aquí, escribiendo estas líneas, luchando cada día por no dejarme vencer por la desesperanza y por la herida… es porque todo eso hace parte de la fortaleza y la delicadeza que me definen…

Estos días han sido muy duros, pero también de mucha introspección y de sentarme a conversar con emociones muy complicadas… Por motivos que no viene al caso explicar aquí, he dejado caer en picado mi vida de una manera que no supe ver venir. Y no es bonito. Te culpas. Te revuelves en “Tendría que haber hecho…” y la herida se aprovecha de esto para ganar más y más y más poder… He llegado a sentir que había retrocedido, cosa que nunca es verdad… Nunca se retrocede aunque lo parezca. Lo que no se puede negar es un sentimiento de pérdida, que es legítimo, pero siempre y cuando no sea sentir que nos hemos perdido a nosotras mismas.

Yo ya no digo que no estoy preparada ni para hablar de sexualidad o para tener una relación. De hecho, me he prometido que la próxima vez que alguien se acerque a mí –que me guste, claro– y yo me sienta tambalearme, lo que propondré es un café y hablar las cosas. Es lo mejor. Luego ya se verá qué sucede… pero ni fingir fortaleza si no la hay ni escapar corriendo tirándome un misil contra mí misma… Para hablar de sexualidad y estos temas, me he prometido poner en valor lo que ha sido mi vida. Tengo pendiente un texto sobre orientación sexual, que es un tema sobre el que quiero hablar y en el que yo misma tuve que desmontar mitos, que no lo he ni escrito solo por… “es que tú que vas a saber, si no tienes el título de sexóloga”… Oye, tengo el título de lesbiana que tuvo que hacer un proceso muy consciente de sentir su deseo para poder sentirse segura… No puedo hablar como profesional –aún–, pero puedo hablar como alguien que ha vivido ciertos hechos y pasado por ciertas experiencias.

También ayuda mucho leer a personas que admiro y que sigo desnudar sus inseguridades. Yo lo agradezco porque me da una perspectiva realista de que, al final, se trata de cómo gestionamos esas inseguridades y no de eliminarlas… Que todos cometemos errores, que nadie realmente “se las sabe todas”… esa humanidad es nuestra divinidad…

Es normal querer sentirse poderosa, dejar atrás todo lo malo como si no hubiese existido nunca y frustrarse cuando una se ve cayendo en situaciones de debilidad. Es normal en alguien como yo porque identificamos esa debilidad con el abuso sufrido… y creemos que solo siendo fuertes 24/7 vamos a protegernos… No, así petamos catastróficamente. Reconocerme vulnerable y que solo por ser humana siempre habrá un grado de vulnerabilidad física o emocional… eso es el camino… Y ese es el camino que abre las puertas a algo que quería dejar para el final.

Quienes me conocen saben que cuando recibo cariño suelo estallar en llanto espontáneamente. Me pasó ayer mismo con unos amigos que han sido un apoyazo enorme estos días. Hasta ayer lo odiaba porque pensaba que me hacía verme una dramas. Y os vais a reír: este es uno de los frenos que me ha hecho evitar las relaciones sexuales… Yo sé que en las primeras que tenga en el futuro voy a acabar llorando si me siento querida. Pues bien, yo no quiero traicionar más mi vulnerabilidad: que venga la catarsis si debe venir… porque será en un espacio seguro.

Para alguien que lo ha pasado mal, que le han mentido con qué significa el amor, descubrir el amor de verdad en todas sus formas y colores es un viaje apasionante y emocionante, digno de lágrimas de alegría, de liberación y de agradecimiento.

He hecho alquimia. El plomo comienza a brillar dorado en el vaso de precipitación. Al final, nunca he dudado en las manos mágicas que una diosa y sacerdotisa como yo tiene por derecho divino. Gracias por acompañarme en mis rituales, quien sea que eres que me lees.