Me he levantado triste. No he llorado, tampoco estoy mal, ni me siento que me vaya a romper… Solo es que me siento triste, como vacía, a la vez que me llena algo que no sé cómo describir. Me siento pequeña, como que no me queda nada atrás, sino que todo está delante y arriba y no lo alcanzo porque no llego.

Ni siquiera es miedo. Solo es… triste, con ojos melancólicos, refugiada en un café súper afrutado que me acabo de hacer en mi cafetera nueva –pequeña, para estos cafés extraños– en vez de irme a ducharme. Es domingo, estoy de vacaciones mañana: qué importa, ¿no?

Supongo que es “resaca” de ayer y de estos días de destapar cosas feas.

Pero estoy triste.

Me gustaría que las cosas se arreglaran en mí más rápido. Que el miedo se vaya más rápido. Que me sane más rápido… No sé, quiero verme valiente, confiada, alegre, alguien capaz de salir de sus tristezas, quiero dejar de sentir tantas vergüenzas, ser segura, también ser refugio para los demás… Pero lo que veo en el espejo es una chica que… supongo que la mejor manera de decirlo, la más positiva, es…

En el espejo sigo viendo una chica que todavía necesita que la cuiden, una chica que dejó la UCI, incluso tiene el alta, pero que todavía está en rehabilitación… todavía tiene que volver a entrenar sus músculos, volver a aprender a hablar –ahora desde el corazón–, volver a conocerse, tenerse paciencia, no maldecir más su suerte –la hora de la rabia tuvo su momento; ya no– y…

Y no intentar dejar de estar triste. De hecho llevo toda la mañana escuchando instrumentales suaves de piano, que la música esté en sintonía con lo que siento… en vez de forzarme a sentir lo que no.

Voy lenta. Mejor será que lo acepte. Que acepte que muchas veces no tengo la energía, ni el deseo, ni la seguridad, ni siquiera la esperanza. Mejor será no resistir, solo cuidarme.

La imaginación me traiciona mucho. A veces con imágenes de catástrofes, de que me van a hacer daño, de que voy a tener una pelea, de que me van a juzgar, de que me van a tolerar pero, en realidad, estoy molestando aunque no me lo digan… Otras veces –las menos– me entusiasmo con fantasías de un futuro en el que soy todo lo que creo que sería ya sana, súper fuerte, amorosa, con las cosas claras… y acabo cayéndome en que “no, no va a pasar”… porque me veo ahora: pequeña.

La vida es cada respiración que tomamos. No sé si hay ser humano capaz de vivir perfectamente “en el presente”, pero supongo que es un ideal bueno… aunque el presente ahora me haga verme pues… eso… pequeña, melancólica, con momentos de alegría, sí, pero la base es triste.

Sonrío más que antes, pero me gustaría saber cómo la niña melancólica hará realidad este poema que escribí hace tanto. Sí, en ese post yo decía que me sentía más madura, que brillaba como nunca. No mentía, ni me engañaba: sigue siendo cierto… y una tiene derecho a animarse y a ver lo bueno… solo es que sigo triste y hoy no quiero negarlo.

Eso es todo por hoy. Me dejaré llevar y ya está. 💜