Una noche me miré en el espejo 
y no pude dejar de sorprenderme.
Era yo la misma, pero diferente.

En mis ojos no había llanto,
sino que brillaban con encanto.
Mi estatura no había crecido,
pero me sentía ahora bien alta.
No, no, ¡no estaba haciendo trampas!

Me llevé la mano al pecho buscando una herida.
Lo que encontré fue un manantial de agua de vida
con el que lavé con esmero mis propias heridas.
Frota, frota, enjuaga, enjuaga, cura, cura y mima...
Y mi piel desnuda ahora brillaba, limpia y sana.

Me sonreí con lágrimas en los ojos.
¡Tanto ajetreo, tantas noches en vela!
Tanto ocuparme por las tareas del día
Y yo sin darme cuenta: ¡Estaba tan crecida!

Soy la niña que se hizo mujer
entre noches de terror y días de miseria.
Soy la niña que se hizo mujer
queriendo, pero sin darse cuenta.
Ahora era mujer delante del espejo,
mujer que abrazaba a la niña cantando:

"Ya pasó lo malo,
los cuervos se marchan,
las nubes pasan,
el invierno cesó,
la primavera llegó.
Princesa y reina mía...
¡Lo bueno ya nació!"

Esa noche me miré en el espejo
y no pude dejar de sorprenderme.
Era la niña valiente que había crecido
para ser la mujer que era mi destino.

Quizás es el otoño 🍂, pero estoy mirando atrás y… os tengo que dar la razón a todas las que me habéis valiente todo este tiempo… y que yo siempre os contestaba con evasivas o diciendo cosas como “bueno, solo hice lo que debía”, quitándole importancia al camino que he pasado…

Oye, ha sido un camino duro, aferrada a la esperanza, pero… aunque tenga miedos y nunca nada será totalmente perfecto, mi vida ha florecido… yo brillo como nunca, me veo madura como nunca… y… quiero comenzar a valorar todo lo que pasó y todo lo que he vivido. No todo fue bonito, pero sí darle valor… porque es darme valor a mí misma.

Somos la vida que hemos vivido, especialmente la vida que vivimos en nuestro corazón… Que nunca pierda yo o pierdas tú esta verdad de vista. ❤️‍🩹