Cuando tus manos acaricien mi piel

Cuando tus manos acaricien mi piel, querré que sean manos de mujer. Ya no puedo imaginar nada diferente. Las imágenes extrañas, las sensaciones dolorosas y los engaños a mi propia alma ya no persisten. Solo persiste un deseo intenso, un hambre por la delicadeza y la fuerza de un amor de mujer a mujer.

Triste y avergonzada, sí. Triste porque me mentí durante casi un año. Quise “ser normal”. Me asusté de lo que era, porque lo sabía bien al inicio, pero vinieron cambios, comencé a recibir atención de chicos… y se mezcló el ego, el miedo a cómo me verían ellas, y, en vez de explorarme más, busqué encajar y renuncié a mí.

Me hice mi propia terapia de conversión a mí misma… otra vez.

Podría explicarte, futura amada, mi proceso psicológico, analizar mi trayectoria, hacer la autopsia de un deseo hacia los hombres fingido y ahora muerto por completo… “¡Pasen, pasen y vean! ¡Aquí yacen unos deseos de cartón piedra! ¡He aquí la daga ensangrentada con la que se perpetró este crimen inefable! ¡Pasen, pasen! ¡Pasen y vean!”.

Pero no. ¿Para qué vivir en el pasado? La tentación de explicar cómo se llega a dar tantas vueltas es tan grande para una que tiene un cerebro hipertrofiado, que solo encuentra seguridad en modelos teóricos, lógicos, medibles, predecibles, falseables según Popper. ¡Escribamos sobre CompHet!¹ ¡Seguro que es buena idea!… Pues no… no sería buena idea: sería esconder mis sentimientos caóticos detrás de una disertación magnífica… Maldita manía mía. No, me niego esta vez a caer en esa trampa. ¡Calla, cerebro tonto de narices!

Dejemos que mi corazón hable.

Quiero que el amor, la intimidad, el sexo sean un lugar cómodo. Siento haberme robado a mí misma todo eso, pero ya estoy de vuelta donde debo. Obvio, quiero aclimatarme, entenderme de nuevo… no voy a saltar en tu búsqueda, quienquiera que seas. Lo siento: ahora estoy un poco en modo avión; es lo que necesito ahora mismo. Pero ya me conectaré otra vez.

Sueño no ya sin miedo, sino con ilusión. Me busco con una sonrisa, disfruto con esperanza y sin seguir ningún guión que haya aprendido de oídas. Sueño con las mañanas, con las discusiones, con los retos compartidos, con escucharnos, con tus manos sobre mis muslos y mi boca en tus ingles, en pasear sin rumbo de la mano, en perdernos por no encontrar ese sitio que Google decía que estaba bien y en vivirme con alguien (¡pero no me robes la última croqueta!).

Jamás he soñado nada así pensando en ellos. Solo soy capaz de soñar así si es con una de vosotras… o, mejor, de nosotras (cuánto me cuesta aún decir que soy parte de la aldea…). Ni la vergüenza ha sido capaz de acallar el volcán que he llevado dentro.

Tendré nervios cuando vea tus ojos por primera vez. Quizás hasta me resista, me llene de dudas y la cague un poco. Todo llegará. Amores fugaces, amores eternos, amores inclasificables, rupturas dolorosas, rupturas pacíficas o, simplemente, que no la haya… lo que deba ser, que sea.

Con el corazón en su sitio es más fácil aceptar lo que debe venir.

Y escribo y publico esto con un nudo en la garganta. Decepcionaré a algunos, supongo… incluso a algunas. No sé si encenderé las ilusiones de nadie… no creo, la verdad. Sé que he sido un caos. Por eso escribo esto aquí… porque escribir me estabiliza, me hace explorarme. Sí, todavía debo entender más quién soy, pero poco a poco voy caminando, sin pausa…

Voy caminando como la Novia Viajera, que se perdió entre varios bosques unas cuantas veces, pero siguió, siguió, siguió sin parar, con fe, con lágrimas y sonrisas… y que siempre ha sabido que encontrará esas manos que acaricien su piel, manos de mujer, alma de mujer, frente con frente, con los ojos cerrados, en silencio… en amor…

🏳️‍🌈