AAARGH! Esa exclamación suele ser un ritual importante por la mañana de cualquier lunes. No quiero ser Garfield –aunque adoro la lasaña–, pero ¿qué tienen los lunes que pesan tanto en el alma? ¿O es quizás un efecto secundario del fin de semana, como una especie de síndrome de abstinencia?

Tampoco es que yo pase los fines de semana de juerga… La verdad, creo que cada vez menos gente de mi entorno sale los fines de semana –ah, la edad…–, pero las quejas sobre los lunes se mantienen. O sea, quizás la culpa sí que es de los lunes y no de los sábados ni de los domingos.

Tampoco parece que haya diferencias entre empleados por cuenta ajena y trabajadores por cuenta propia (aka. los autonómos, los héroes no reconocidos que mantienen este sistema económico a flote). A todo el mundo parece que los lunes le pesen.

(Suspiro) Me temo que el problema es otro… No es el lunes en sí… Solo es que el lunes es el síntoma más extendido porque la mayoría trabajamos de lunes a viernes, seguidos un paso por detrás por los que trabajan de lunes hasta la mañana del sábado… Hay quien trabaja por turnos sin entender de días ni de festivos: los sanitarios, por ejemplo. He tenido cerca a unas cuantas enfermeras en mi vida… para ellas un sábado puede ser lo que un lunes para el resto de los mortales.

Están de moda hoy en día dos cosas. La hiperproductividad promocionada por gurúes del emprendimiento y la priorización de la salud mental promocionada por gurúes del wellness. Ambos tienen en común que son síntomas de una sociedad totalmente disfuncional.

A ver, ¿cómo hago esto sin que me arrastren a ser la lesbiana trans de la Intellectual Dark Web? No quiero que cierto psicólogo canadiense me llame para su podcast deleznable… A ver, cómo hago esto…

Ted Kaczynski tenía razón… en parte. Sí, el Unabomber. Su manifiesto Industrial Society and Its Future1 es demencial, pero sí que fue sagaz en describir por qué la industrialización nos afecta psicológicamente: porque nos roba de nuestro contacto con el resultado de nuestro trabajo. En una sociedad agrícola o pre-industrial, la gente veía directamente el resultado de lo que estaban haciendo: un alfarero veía acumularse en su taller las vasijas que iba haciendo, una costurera veía y tocaba lo que creaba, el granjero acompañaba todo la vida de sus animales y de sus plantas… Mientras que en nuestra sociedad (post-)industrial… ¿cuántos trabajamos en cosas tan abstractas que nos cuesta vincularnos con el resultado de lo que hacemos?

Por otro lado, hemos delegado tanto en superestructuras que nuestra supervivencia está atada a que funcionen cosas que jamás hemos visto ni nunca veremos en nuestras vidas. Por ejemplo, conservamos alimentos en una nevera, ¿no? La energía que mantiene esa nevera a saber dónde se está generando… O, por ejemplo, si tenemos dinero en el banco y queremos pagar con tarjeta en un comercio… dependemos de que la red de pagos funcione, de que los servidores del banco funcionen, etc. Mucha infraestructura física que utilizamos depende del Estado, así que depende de que la población pague los impuestos que debe y, encima, que los políticos gestionen bien ese dinero para que llegue, por ejemplo, a la carretera que usamos todos los días o la recogida de basura o lo que sea…

Kaczynski entra a explicar cómo eso obliga a la creación de una burocracia y a la restricción de la libertad individual… que es un argumento interesante… porque da luces sobre la desilusión con la política, la sensación de falta de sentido… y esto lo escribió en 1995, antes de que internet fuera ubicua, pero parece escrito ahora. Pero de ahí a poner bombas en universidades hay un non sequitur importante, eso sí. Ted, eso no estuvo bien.

Yo creo que los “lunes” son un recordatorio un poco oscuro de que estamos viviendo sin un rumbo, en una sociedad bastante absurda de la que dependemos sí o sí, en la que no sabemos ya lo que es el trabajo y, por tanto, tampoco sabemos lo que es el descanso… porque lo fácil es descansar haciendo como un negativo de lo que es el resto de la semana… Netflix and chill…

A ver, no quiero que volvamos a esto, pero antiguamente los festivos y los domingos estaban teñidos por la religión y, por tanto, eran actos comunitarios. Y no hace falta irse al siglo XIX para esto… Hasta hace bien poco –y todavía hay quien lo mantiene– los domigos eran los días para comer con la familia. ¿Cuántos pasamos los días de descanso “atomizados”, como máximo con la compañía de nuestra pareja… que también está “hecha polvo”?

A quienes veo inmunes de todo esto es, justamente, a las personas que tienen un trabajo que ofrece ese contacto directo con el resultado… De hecho, los sanitarios suelen ser un buen ejemplo… otra vez. No importa cuántas horas de guardia lleven encima o cuán duro puede ser a veces el trabajo –depende de la planta en la que trabajen, claro–, pero ninguno cambiaría su trabajo por otro. No hace falta pensar en la enfermera de oncología, con todo lo que eso implica… No sé, a mí me sorprende que a la dermatóloga que me hace la láser le guste su trabajo.

No, las enfermeras que conozco no bailan de alegría cuando reciben la llamadita “¿Puedes sustituir mañana a tal?” a las 4 de la tarde de un viernes, pero hay vocación.

Ay, la palabrita.

Vocación es otra de esas palabras secuestrada por la Iglesia. “Tenemos una crisis de vocaciones”, suelen decir los obispos. Pues miren, Sus Excelentísimas y Reverendísimas tienen algo de razón, aunque barran para su lado, obviamente. Falta vocación en general, pero… es que vamos tan de culo, que quién tiene tiempo para la vocación si hay que pagar facturas, acabamos de pasar por una pandemia global, tenemos una guerra en el este de Europa que amenaza con cortarnos la energía pero que ya nos afecta con una carestía cuyo tope no se sabe cuál va a ser… Veníamos de una crisis económica… Somos la generación que ve comprarse un piso como una tarea muy complicada si no imposible, que vemos difícil crecer…

Yo os lo puedo decir porque lo he vivido en carne propia: cuando tienes que preocuparte de lo inmediato, es imposible pensar mucho más allá del corto plazo. Hay grados, claro… pero creo que mucha gente nos sentimos atrapados hoy en día… y los lunes nos recuerdan eso.

Y ojo, nos puede gustar nuestro trabajo, pero nos podemos sentir atrapados igualmente… porque el ser humano tiene una maldita manía de querer horizontes amplios en la vida.

No digo que sea imposible ampliar los horizontes, levantar techo más altos y dar a nuestros espíritus una luz de que hay vida más allá de una rutina que sabemos que necesitamos para sobrevivir pero que también sentimos que nos drena nuestras energías. ¿Este blog qué es? Es una forma de darle salida a mi alma, en distintos temas… de distintas formas… alguien podría decir que es una distracción tonta que no llevará a nada y, la verdad, no espero que este blog me lleve a ser una escritora famosa, pero me da aire fresco, abre la ventana y, a veces según el tema, alguien me dice que ha conectado con lo que he escrito.

Por eso muchos de los que me conocéis os dedicáis a la salsa y os hace tanto bien.2

Eso sí, sé que soy una privilegiada que se puede poner a escribir… porque ahora no ando en modo supervivencia, aunque tampoco viva boyante y súper cómoda… El miedo a no llegar a fin de mes todavía lo tengo y veo con preocupación lo que está pasando. Sin embargo, ahora tengo la libertad de explorar un poco adónde puedo llegar… y eso ha hecho que este lunes sea más llevadero… para mí.

Ojalá un mundo un poco más lento, más amable, en el que no tengamos que ser máquinas por un lado y estar agobiados por nuestra supervivencia a corto o mediano plazo… Y, en general, un mundo en el que el valor de cada uno lo midamos –entre todos, pero también para con una misma– según el simple hecho de ser humanos y… ya… sin agobios ni por dinero, ni por identidad, ni por lo que nos gusta hacer…

Un poco utópica –¿qué me está pasando?–, pero, ¿sabéis qué?, de utopías hemos creado cosas increíbles. Sigamos soñando para hacer de nuestra vida una vida más linda.


  1. No quiero sentirme sucia enlazando al texto. Buscadlo vosotros. Es demasiado fácil de encontrar. ↩︎

  2. Que yo lo gestionara mal y me hiciera daño es otro tema. ↩︎