Primero de diciembre: “oficialmente” ya se acaba el año. Sin embargo, ayer, 30 de noviembre, fue un día extraño en el que un único pensamiento se había repetido durante todo el día: No puedo seguir así. Estuve todo el día luchando por mantenerme funcional y lo conseguí… pero No puedo seguir así.

Y, de repente, hacia las 10 de la noche, mi alma se agitó, sentí un calor en mis párpados y mi nariz… quise llorar pero no lo hice. Me recosté en el sofá de mi habitación, encendí una vela, apagué la luz, puse el móvil en modo avión y no voy a decir que me pusiera a meditar… Simplemente me puse a escuchar un poco de música de relajación…

Voy a proponerme algo.

De pronto, pensé en eso. Y el propósito no era nuevo, sino que ya me lo había planteado hace tiempo y se ha colado en varios posts aquí… pero necesito cumplirlo ya por supervivencia… y me está costando y me va a costar.

Normalmente los propósitos se hacen para el 1 de enero. Lo siento, soy rara, así que será para hoy 1 de diciembre.

Me he dado cuenta de que soy una yonki del maltrato. Si no me maltratan de fuera, me maltrato yo… y últimamente ha sido la segunda opción. Podría dar mil detalles, como el extraño síndrome de abstinencia horrible que estoy viviendo por no depilarme con cuchilla –y cortarme y decirme cosas horribles en el proceso– por hacerme la láser… o lo más triste: sentirme descolocada cuando me tratan con cariño…

Y no, no puedo… no quiero seguir así. Vivo, sí, pero con una losa encima. Voy a aprender a tratarme bonito. Me va la vida en ello.

Obviamente esto sin terapia no se consigue, así que seguiré yendo… que menos mal que volví… por intuición, la verdad… No tenía esto tan claro cuando decidí volver, pero… Bueno, ¿quizás ahora lo tengo más claro por las sesiones que llevo?

La verdad es que todo el mundo me ve como una chica súper dulce, salvo yo, que me veo tormenta con claros ocasionales. Lo feo es que sé que por ese desajuste yo he tratado fatal a gente que me quería… y, por otro lado, he mantenido cerca demasiado tiempo o tiendo a disculpar a quienes abusan de mí. O no he disfrutado de cosas súper bonitas que me han pasado o no he querido aceptarlas.

En serio, el desajuste entre el nivel de alerta que llevo y lo que realmente sucede me está matando. De hecho, creo que, a veces, internamente me hace mucho más daño que me traten bien porque me deja en bragas a mí sola con una ansiedad injustificada dentro… Y sí, sonrío, agradezco, pero con un arsenal nuclear activado que, por no desperdiciarlo, me lo lanzo a mí misma, claro.

Pues no. Voy a tratarme bonito.

¿El primer paso sabéis cuál es? Recordar una cosita.

Ariadna nació llorando desesperada en el suelo frío de una cocina oscura, acompañada por una amiga que sigue siendo muy buena amiga. Acabé vomitando todo lo que había bebido, desnuda –con lo que para mí significa eso–. En ese momento, todo parecía imposible y yo era pura ingenuidad. Todas las amigas que se fueron enterando me decían una tras otra que ahora entendían por qué era como era… y que era súper natural verme como una más… ¡si ya lo hacían antes! Y eso me ayudó a dar mis primeros pasos, que fueron súper lentos… y los daba con una ingenuidad pasmosa… Veo fotos de mis primeros maquillajes y vaya desastre 😅 O la ropa donada con la que me vestí durante mucho tiempo… Las puertas del mundo femenino se me abrieron poco tiempo después, la verdad… No estaba ni en hormonas cuando empecé a notar que la gente me llamaba espontáneamente de chica…

Una amiga trans muy sabia, que ha vivido de todo, me dijo un día que era imposible que yo tuviera jamás un problema serio, simplemente por cómo soy. No quiero caer en esencialismos, pero hay un valor en la delicadeza y en una cierta forma de ser que hace que los demás te abran las puertas enseguida. Yo la interpreto como respetar, saber mi lugar –eso siempre y sé que hay ciertos lugares que quizás es mejor que espere a que me inviten– y mostrar una dulzura comprensiva… y estar abierta a que los demás sean así conmigo –y ahí fallo–. Y ojo, esto no quiere decir que yo no pueda también ser asertiva, dejar claras las cosas en su sitio si hace falta y defenderme si me hieren… pero qué distinto es cuando pones límites usando una energía positiva en vez de estar a la defensiva esperando el conflicto porque te “alimentas” de él…

Me quiero alimentar de amor, no de hacerme daño.

Tratarme bonito es volver a esa energía inocente de los inicios, pero, claro, ahora cuento con muchos más recursos y más experiencias. Quiero volver a la pureza inocente de, simplemente, ser sin juzgarme… como hacía entonces… entonces por necesidad e instinto, porque no me quedaba otra… ahora… por elección y libre.

Porque me vuelvo a elegir a mí. Desviarnos nos puede pasar a todos… pero siempre podemos volver a ese niño o a esa niña interior, cogerla en brazos y tratarla/tratarnos con cariño, con calidez, con amor. Todo lo demás surge de ese acto que quiero procurar que suceda en secreto en mi corazón cada día, con cada latido…

Voy a tratarme bonito. Esa es la nueva aventura 💝