Esto que voy a contar es escabroso, explícito y lo estoy escribiendo de madrugada. Pienso publicarlo as is, sin más edición que detalles lingüísticos, por lo que aferraos a algo seguro que no se mueva, porque esto va a ser intenso.

Necesito que sea intenso porque necesito pasar página.

Voy a copiar al capitán Jean-Luc Picard y prepararme un Earl Grey a deshoras, pero no cuento con un replicador como para hacerlo tan solo diciendo: “Tea, Earl Grey, hot” Ahora vuelvo 🙋🏻‍♀️

He vuelto. Bueno, tanta estupidez en realidad ha sido para acostumbrarme a la idea de que estoy escribiendo esto. Vamos, un poco de lubricante para mí misma, porque esto va a doler.

Ayer me dio por masturbarme. Estupenda manera de empezar a contar las cosas. Pues eso, no me suelen venir las ganas, pero cuando vienen, vienen. Y, por sugerencia de mi terapeuta, hago lo posible para dejarme llevar, porque…

Porque no es que no me guste. La cosa es que lo disfruto y muchísimo en acto, pero es cuando alcanzo el orgasmo que se me revuelve todo y entro en una espiral horrible de mucho dolor, espiritual no físico. Primero, suelo parar el orgasmo porque se me hace demasiado intenso. Mala idea, lo sé, pero no puedo evitarlo: desde hace un tiempo que la intensidad me confunde, me molesta –uf– y nadie me avisó de este efecto traicionero de los estrógenos. Bueno, no es traicionero, es simplemente que antes de Ariadna yo si me masturbaba era para cualquier cosa menos buscar el placer.

Lo grave comienza después, sin embargo: Empiezo a buscar razones por las cuales haberme regalado un orgasmo es un error, que si me va a subir la testosterona, que si he eyaculado, que si no, que en realidad algo “va mal”, que si el pene, que si bleh… y, en general, mi ánimo desciende a un malestar muy físico. Para no caer ahí tengo que acurrucarme en una manta, abrazarme desnuda, acariciarme y respirar mientras sigo sintiendo ondas de réplica del orgasmo en todo el cuerpo… y yo incómoda porque ¿esto qué es?

Horas más tarde: que qué te crees diciendo que eres lesbiana, que te deberías operar porque así no, que nadie te va a querer porque eres una basura confundida, aparte a quién le interesa realmente el sexo porque sabes que el sexo es una invasión de la dignidad humana, ojalá no existiera, ojalá no fuera yo trans o lesbiana, porque qué futuro me espera, snif y… 😵😭

Y el alma destrozada… y susurros llorosos en mi alma: “No quiero pasar por esto más… quizás debería evitar tocarme… no, no, terapia… mejor terapia…”.

Y si alguien por alguna casualidad me habla de algo remotamente erótico en ese estado, se me reactiva todo. Sí, eso pasó ayer dos veces.

Una cosa que me frustraba era que yo no había tenido estas sensaciones tan, pero tan complicadas nunca. Sí miedo al sexo, por falta de experiencia y por ser trans… pero miedo al sexo compartido, no a masturbarme, tal y como dije en este post que parece escrito en otra vida…

Ya, es que era otra vida.

En ese momento yo andaba buscando hombres y me masturbaba intentando forzar que me gustase usar un dildo en el ano, cosa que ni entonces le encontraba gracia, pero era el medio para crear la fantasía más o menos. Sentía que era el entrenamiento que debía hacer.

Mis fantasías en ese momento eran la cosa más utilitaria del planeta. Eran, simplemente, fantasías de que alguien me aceptara y, al final, andaba pensando que un tío sería más fácil. No era nada romántico ni erótico ni nada. Tampoco tengo ni idea de cómo se folla con un tío ni me hace mucha gracia saberlo porque… es que no les veo la gracia, en serio.

Puedo apreciar estéticamente el físico de un hombre, puedo juzgar su carácter, pero no veo el atractivo sexual. No entiendo qué aportan. Ya sé, suena horrible. Y ojo, no me traiciono: mi primer intento sexual fue de adolescente con un compañero de clase… y yo literalmente decía que era la chica. Pero no hicimos más que meternos mano y poco más. ¿Os recuerdo que estábamos ambos en un cole del Opus? La influencia LGTB del currículum escolar, claramente. Camino, Forja, Surco de Escrivá: ¡panfletos gays!

Queda pues totalmente demostrado que ser minoría sexual no tiene nada que ver con lo que te enseñan.

Me está entrando sueño. 2:26 am. Sigo por la mañana… 😴

10:49 am. Aquí estamos otra vez.

Más descansada y con poca carga de trabajo, un solo café en el sistema nervioso y con más perspectiva, me doy cuenta de lo estridente de lo que escribí anoche. Normal, estaba al límite, era tarde y estaba cansada. Sí, tengo la tentación de borrarlo todo, pero no, no haré eso.

Decíamos anoche que estas crisis son “nuevas”. Me vienen desde que me he enfrentado a que soy una tía trans a la que le gustan las mujeres y solo las mujeres. Claro, es que una se siente rarísima e incorrecta. Ya, pero es que yo he hecho la conexión de que ando así por esto recién ayer.

Voy a hacer un desvío extraño, pero justificado. Mi terapeuta está preocupada porque ve en mí problemas graves de arraigo. Cambié de países en momentos críticos de mi vida, he perdido a la familia y a muchísimas amistades por el camino por eso y, en general, me he acostumbrado a que todas las relaciones en mi vida son fatalmente temporales. Para mí lo difícil no es irme de un sitio, sino quedarme… aunque mientras esté en un sitio yo sueñe con dejar de moverme. Escapar es mi modus operandi.

Y eso afecta las relaciones personales y, obvio, las afectivas.

Ese arraigo nunca es realmente a una tierra en concreto… sino a tu propio núcleo, a quién eres. Yo sé quién y qué y cómo soy, pero lo que se me hace natural es intentar escapar. A veces ha sido poniendo tierra de por medio y muchas otras ha sido no aceptando quién soy y, por tanto, sin echar raíces en mi propio ser. Claro, nunca puedes escapar de quién eres y siempre acabas volviendo… pero vuelves arrastrada por las circunstancias y eso solo aumenta tu rebeldía y tu malestar.

Encima las circunstancias de vida que he tenido me han puesto muy fácil aprender a evitar profundizar en relaciones sociales… pero luego me siento sola y rara y extranjera y busco…

Aceptación externa 🫠 y, claro, cuando tienes a por lo menos dos tipos por semana mandándote privados por Instagram, aunque te dieran asco y los bloquearas… oye… el gustito de atraigo a alguien intoxica. Menos mal que hace meses que mi cuenta es privada… de hecho, la hice privada a los pocos días de darme cuenta de que no tengo más remedio que aceptar que soy lesbiana y paré esa historia ultradañina.

Los hombres son más fáciles y por eso se me hizo fácil usarlos –vaya verbo– así. No, no me refiero a que sean todos unos salvajes que solo piensen en follar. No, son más fáciles porque son lo normativo para una mujer. Todo el sistema social te da las pautas perfectas para que estés con un hombre. No estoy descubriendo nada del otro mundo aquí, pero sí que quiero transmitir que ser heterosexual viene con un manual de instrucciones súper claro que te tragas por osmosis desde que naces. Tampoco lo critico… ¿creo?

Y para una mujer trans lo normativo también son los hombres. Hace no tan poco tiempo una mujer trans era vista como un hombre ultra-gay, tan gay, que decide vivir como mujer… pero aun en esa injusticia brutal, que muchas aceptaban por supervivencia,1 estaban siguiendo el “guión” establecido.

Yo he tenido la suerte de estar muy rodeada de lesbianas cis en algunos momentos de mi vida y… bueno, da para un post enorme eso solo, pero ellas sufren mucho por la falta de referencias sociales. Y a mí me están pasando cosas que recuerdo que me contaban algunas de ellas.

Por ejemplo, que mis amigas hetero, sin ninguna maldad, me manden memes o tonterías que son totalmente heterosexuales –los típicos vídeos de parejas o así– para compartir conmigo un momento de sororidad… y resulta que a mí me distancia instintivamente porque no les veo la gracia… Y te quedas muy mal porque no sabes qué decir, porque entiendes que quieren animarte y hacerte sentir una más, pero justo con algo que no te pertenece… y que justo en este momento estás procesando sin saber muy bien qué hacer. Normalmente intento seguir la broma… es que sé cuál es la intención…

Luego están las cosas como “Es que cuando estés con un novio…”. Es que es automático para ellas. No las culpo, para nada. De hecho algunas amigas se han ido dando cuenta y me han pedido perdón… Pero a esta lesbiana en prácticas le jode un poco el día. Fuego amigo, sin más. No, no es homofobia ni transfobia ni nada: simplemente son automatismos y cuando una es la excepción en la excepción, pues… bueno, pasa, y ya está.

Por otro lado, hay que estar muy segura en una misma para ser lesbiana con un pasado de hombre. Y ahí es donde entra el arraigo… o la falta de arraigo. Hay mucha toxicidad ahí fuera, mucho juicio, mucho asumir cosas que no son y muchas caricaturas. Y una las asume como una forma de escapar. La caricatura del fetichista que transita para acercarse a mujeres lesbianas porque es su fantasía es muy fuerte y hasta ha tenido un nombre en manuales de psiquiatría: autoginefilia. Un invento absolutamente tránsfobo, igual que aquello de HSTS del Dr. Ray Blanchard2 y otras tonterías de los 70 y 80.

Hay fetichistas así, ojo… aunque obviamente la caricatura exagera, porque normalmente un hombre que quiera hacer eso no va a transitar médicamente con el riesgo de arriesgar su libido. Suelen ser un perfil que no tiene nada que ver con una mujer trans, pero por otro lado yo entiendo muy bien que a veces hay lesbianas cis que se ponen a la defensiva con las trans porque… porque somos todas humanas e intentamos protegernos.

Pero Ari, si tienes la conciencia tranquila, qué te importa lo que hagan unos hijos de puta que tú no eres…

Es la falta de arraigo. Si una no se siente segura en general, busca excusas para escapar. Si me acuso a mí misma de fetichista de mierda, es una forma de cerrarme las puertas a la felicidad y no ser quien soy. El hecho de que tenga tantos escrúpulos incluso masturbándome demuestra que de fetichista no tengo nada, claro, pero eso lo escribo ahora que estoy lúcida. Esa gentuza va y actúa sin pensarlo. Yo me quedo castigándome en casa mientras objetivamente nunca he tenido un solo problema con nadie. Cuando estoy en una espiral de mierda, sin embargo, solo voy a ver mierda y pensar lo peor sobre mí misma, mintiéndome y haciéndome todo el daño que haga falta porque es escapar.

Ah, y meterme contenido tránsfobo para amplificar el maltrato es un clásico también.

Obviamente que en el cóctel está toda la basura opusina sobre sexualidad: la culpa… y todo el acoso y derribo solo porque se me ocurría inocentemente no ser como los demás compañeros de clase… En ese ambiente todo el sexo es fetiche, incluso en el matrimonio. Se llenan la boca con que, bueno, el matrimonio santifica el sexo, pero en realidad lo reducen a una operación reproductiva que es un mal necesario… O sea, sí, acuéstate con tu marido o tu esposa, pero no te pases con fantasías, que sea sexo vaginal, que es lo que debe ser porque aquí no estamos para “guarradas”: estamos para cumplir una misión. Vamos, que tampoco se salvan del trauma inducido los supernumerarios con ocho hijos.

Puf.

¿Cómo salgo yo de esto?

Primero, creo, como parche un poco y como medida de contención: recordar siempre cómo me habéis aceptado las chicas sin más, con toda la naturalidad del mundo… Si no me puedo fiar de mi criterio, fiarme del de todas las amigas que me queréis un montón y que os sentís seguras conmigo. Yo desconfío y me avergüenzo y me hago daño donde todas las demás me veis como una chica más, “con sus cosas y tal”. Como todas. Ya. Pues eso me lo tengo que creer.

Al menos con eso me puedo ir quitando el miedo de que molesto. Insisto: ahora lúcida se me hace fácil… la cosa es cuando me hundo.

Otra cosa es mantener un sentido de la delicadeza, del que he hablado muchas veces, que sí que me parece súper bonito. Yo así no me desnudo en un vestuario con chicas que no me conozcan. Con los lavabos públicos tengo cuidado. Si fuera a la playa yo me taparía abajo con una falda o un pareo, no iría con la braga de un bikini a la vista. Es todo contexto, también… No es esconderme, creo… simplemente es saber manejarse en espacios donde a una no la conocen. Y estar cómoda yo, también. También se trata de eso.

Pero donde me conocen o donde el consentimiento está claro… ahí tía… relax. En serio. Honestidad ante todo y darme cuenta de que quien me quiere y está a gusto conmigo… me quiere y ya y le da igual qué soy.

Pero segundo, y ya más difícil… fortalecer mi identidad. Y no hablo de la identidad sexual solamente. Es en general. Es en todo. ¿Quién es Ariadna? Esa es la pregunta, al final. Hay piezas, hay cosas, tengo ciertos aspectos que me definen y he vivido mucho en pocos años… quizás lo que no he hecho es sacar las lecciones…. las lecciones sobre todo lo bueno que llevo dentro… y aprender a conocerme mejor… y entonces que mi percepción sobre mí misma sea estable y no dependa de factores externos, ni de prejuicios, ni de qué es lo que se supone que debería hacer, etc.

Acabo de leer, de casualidad, una frasecita: “Vamos a equivocarnos y vamos a sentir culpa para transformarla”. Instintivamente me ha sentado como el culo. Ya, pero es que el miedo a equivocarme es señal de que no estoy segura en mí: si tuviera una identidad más sólida, equivocarme no me derrumbaría… quizás solo me sacudiría un poquito y ya. Pero sin esos cimientos estará ese miedo a hacerme daño por equivocarme, a que me duelan las cosas, a que me rechacen y… parálisis… que frustra y te centra en tus traumas y los empeoras.

Supongo que es un camino largo… día a día y ya está, no hay más… No tengo todas las respuestas y está bien.

Al final… no es nunca simplemente el sexo o los orgasmos. Yo creo que la sexualidad es un espejo muy visceral para entendernos, pero es un espejo de síntomas, no causas. Me encanta porque en mí es muy patente –y está guay que lo sea… yo en realidad creo que tengo muchísimo poder erótico… mal gestionado–, pero es un signo de otras cosas.

Por eso, aunque cuando estoy realmente mal me da por empezar a pensar en una vaginoplastia, en realidad sé que no va por ahí mi situación. Ojo, nunca he cerrado la puerta, pero esto que me pasa ahora no tiene que ver con eso y sé que si me operara ahora no resolvería absolutamente ningún problema. Es más, estoy muy segura de que si hubiese nacido cis, tendría problemas muy pero muy parecidos de aceptar que soy lesbiana… o intelectual… o una friki de cuidado… o una chica que sabe juntar letras… o bailadora de salsa –otro tema que tengo que afianzar– o tantas cosas.


Esto ha sido muy largo. Me haré el segundo café en cuanto acabe estas líneas, pero no quiero acabar sin decirme algo bonito.

Yo creo que tengo alma de Ariadna y eso al final es lo que importa. Es natural que tenga miedo y ande con la cabeza gacha aún, pero si despejo mis sentimientos malos puedo oler y sentir todo el cariño que recibo. Quiero y puedo centrarme en eso bueno… Y no te olvides: Confía en lo que has construido y construyes cada día, nena.

💗


  1. No voy a entrar en esto, pero, en el fondo, las transmedicalistas lo siguen pensando cuando se identifican como “machos biológicos que viven como mujeres para tratar los síntomas de la disforia de género”. En el fondo se ven como travestis más complejas con tratamientos médicos sobre sus espaldas… y es triste, porque eso luego las lleva a decirse cosas muy, muy injustas para consigo mismas. ↩︎

  2. No HSTS el protocolo de intercambio de credenciales para conexiones HTTPS que este mismo servidor usa porque mi servidor es bello por fuera y por dentro. ↩︎