La verdad, no cuento muchos detalles sobre mi transición. Suelo guardármelos porque me digo que experiencias tan específicas no sé si vale la pena escribirlas, que quién las va a leer y eso, sin más. Por otro lado…

…quizás sí que le interesan a alguien…

…y, por otro tercer lado, ¿desde cuándo escribo pensando en si alguien me va a leer o no? ¿No será que me estoy escondiendo en este tema en particular porque, no sé, se me ocurre… todavía tengo un poquito de vergüenza? Piénsatelo, querida Ariadna… y sigue escribiendo 😅

Bueno, la semana pasada tuve revisión con mi endocrinóloga. Pensar que con ella empecé con el pie izquierdo y ahora le tengo muchísima confianza… cosas que pasan y que es una historia para otro día. Todo bien: los niveles de testosterona en rango femenino, los estrógenos genial y solo un detallín que se ha escapado que, bueno, es normal.

Hasta ahora yo estaba en terapia doble. No soy bióloga ni médico, aunque sea doctora (en Lingüística 🤣),1 así que no voy a declararme ninguna experta… pero lo básico es que las mujeres trans tenemos que bajar la testosterona para que los estrógenos2 puedan hacer efecto, porque… bueno, que las hormonas sexuales tienen un sistema jerárquico en que unas se bloquean a las otras y es un lío. Para bloquear la testosterona, tomamos un antagonista de la testosterona que, en Europa, normalmente es la ciproterona. Esta buena señora se encarga de bloquear la acción de la testosterona y eso les deja espacio a los estrógenos para que hagan su tarea. Pues eso, terapia doble: el “bloqueador” de testosterona y los estrógenos.

La “cipro” es veneno puro. Y cuando empezamos, nos metemos 25 mg diarios, que se quedan en la sangre hasta 3 días –fuente: mi endocrinóloga–, sobrecarga el hígado y tiene la paradoja de que es un medicamento que se descubrió para el cáncer de próstata pero que aumenta el riesgo de tumores en la meninge. Parece un chiste, pero es así. Y cuando empezamos, lo que tomamos de estrógenos es ridículo… y luego vamos subiendo… así que al principio una se siente muy, pero muy rara en el propio cuerpo: muy bloqueadas y con pocos estrógenos.

Al menos por esta zona, se usa un formato de estrógenos que… es complicado. Es un espray que se pone en el brazo y que, al menos para mí, ha sido una especie de guerra como contra un niño caprichoso.

Ay, recuerdo un profe de física que nos enseñó en el cole que “los sistemas más propensos al fallo son los mecánicos” y tal cual: las válvulas de los frascos de este medicamento disparaban –al menos en mi caso– cada día una cantidad que parecía diferente y, luego, bueno, en general era un rollo que te obligaba a estar atenta a que nadie te tocara el brazo durante una hora, que no te mojaras… Resumen: mal. En teoría, el mejor método –porque no recarga el hígado y va directo a la sangre desde la piel– pero muy esclavo.

Sin embargo, parece que todo iba bien igualmente. De hecho en agosto del año pasado me redujeron el bloqueador a 25 mg cada dos días porque las cosas iban bien…

Ir bien ahí es un eufemismo terrible para… “hemos atrofiado los testículos”. Pues sí, queridos, una cuando se mete en esto tiene que ser consciente de que, independientemente de que una se opere o no, una está buscando destruir dos órganos… y, por tanto, una se vuelve infértil. El mecanismo biológico no lo entiendo del todo, pero por lo que sé, la atrofia se da por coordinación del bloqueador y de los estrógenos: el bloqueador hace que la testosterona que producen los testículos no haga efecto en ellos mismos… y los estrógenos se encargan de atrofiar.3 Como sea… pues sí, a mí alguna vez me ha dado un poco de escalofríos: “Estoy matando una parte de mi cuerpo a propósito”. A veces hasta me ha dado un poco de pena imaginarlos mustios y callados… pero, bueno, es lo que hay para ganar en otras miles de cosas.

Si una se pone a pensar, este proceso es muy agresivo… Mejor ni pensarlo.

Pues nada, por un par de factores, pero también ya porque ya tocaba… La semana pasada mi endocrinóloga me sorprendió con la noticia de que yo pasaba de etapa… que oficialmente dejaba el “inicio” y entraba en la fase de “mantenimiento”… y con eso… ¡tachán!… que pasaba prácticamente a una monoterapia como la que tienen las chicas que se operan los genitales.

O sea, prácticamente, solo estrógenos. Prácticamente y no totalmente porque aún hay una poca de ciproterona, pero hablamos de 1 mg diario… Ojo, de 25 mg cada 48 horas (o sea, 12.5 mg diarios) a 1 mg… Es una reducción brutal y muy bienvenida: menos riesgos, ahora la testosterona de los riñones –la que tenemos todos los seres humanos– tiene vía libre y eso es bueno a largo plazo, y los estrógenos ahora los tomo en dos pastillas, una a la mañana y otra a la noche, lo cual debería traer menos cambios de ánimo que un único chute cada noche… Ah, y las pastillas son infinitamente más prácticas que un maldito espray.

A ver, a ver… Que no, que no me he entusiasmado ni emocionado por una victoria farmacológica…

No… Me siento súper contenta porque esto es a lo que yo aspiraba. Todo lo que he ido haciendo hasta ahora ha sido caminar para llegar al pueblo. Ahora estoy en el pueblo, tengo una casa y la puedo retocar, remodelar o lo que quiera cuando me dé la gana. No sé cómo decirlo…

Se siente como una victoria y yo me siento genial estos días no por el cambio de pauta –los cambios en la medicación yo los noto al mes y pico–, sino porque… Dios, que todo el sacrificio valió la pena. Que someter al cuerpo a una segunda pubertad exprés brutal, que cansa físicamente, que te confunde, que tienes que confiar en que el equipo médico sabe lo que hace, que tiene riesgos, que los cambios de ánimo hay que sobrellevarlos, que hablamos de medicamentos muy duros… Y después de todo eso, ahora, al final, he llegado a la “adultez”.

Y obvio que todo esto ha tenido que ser con terapia. De hecho… opinión personal: creo que es imposible hacer esto sin acompañamiento psicológico. Vale que yo he tenido y tengo que trabajar traumas muy complejos, pero, también he tenido que trabajar los cambios que me han venido sucediendo… Supongo que la edad y las circunstancias influyen, pero es que nadie te puede preparar para lo que se nos echa encima cuando decidimos transitar… tanto social como médicamente… Por eso, un acompañamiento es súper bueno. Sin eso, yo a saber cómo estaría.

Así que nueva etapa 🥳 Y me siento con mucho orgullo, en mi cuerpo, en posesión y conexión conmigo misma y con ganas, la verdad. A veces necesitamos un pequeño empujoncito, ¿no? Y que nos recuerden que una ha hecho las cosas bien y que ahora tocan otras nuevas aventuras, nuevas sensaciones y…

Nada, quería compartir mi alegría… 💜


  1. Chiste malo y repetido, lo sé. ↩︎

  2. En plural siempre, porque es una familia de hormonas… aunque el que está más activo siempre es el estradiol. ↩︎

  3. En los hombres trans la testosterona se encarga de atrofiar los ovarios. ↩︎