Últimamente me he vuelto más consciente de la losa que es estar fuera de la norma. Muchas veces es mi propia mente ansiosa la que da explicaciones de más para protegerme… de algún modo, para anticiparme y evitar un malentendido. Otras veces es que, simplemente, se asumen cosas sobre una o, directamente, se invalidan cosas solo porque una… en fin… una no cumple con la norma.

Trans ya es estar fuera de la norma. Lesbiana, también. La suma de las dos no es una suma, sino parece más una multiplicación. Y cansa.

Me cansa la propia incomprensión que tengo hacia mí misma. Estoy muy lejos de haber aceptado sanamente que soy lesbiana. Apenas he dicho un OK y que estoy dispuesta a explorar lo que sea que eso signifique en mi vida, pero me incomoda. Me incomoda porque la imagen de una mujer trans, la que tenemos toda la sociedad, es que le gustan los hombres… y yo, una de las razones por las que me negué a dar el paso de transitar fue, justamente, que me gustan las mujeres.

Y luego intenté corregir el error, como ya he contado alguna vez… y ahora pienso que, de algún modo, escudarme en una supuesta heterosexualidad era una forma de no tener que dar explicaciones y, también, evitar explorar realmente qué es lo que quiere decir el sexo para mí… En el fondo sabía que iba a rechazarlos a todos. Era un celibato encubierto.

Lo malo es que ahora que sí que me tomo en serio mi orientación… he tenido que dar explicaciones o me he tenido que defender. No me gusta usar palabras como esta, pero, al final, es homofobia. No intencionada, porque sé que es fruto de la confusión y de la falta de educación sexual –que ojo, yo me he educado ahora…–, pero duele igualmente.

Duele mucho la barbaridad de Bueno, todo el mundo en el fondo es bisexual, que ya la he tenido que escuchar en distintas versiones un par de veces. Esa frasecita habría que borrarla del mapa: ataca la homosexualidad –“en realidad, ya verás cómo te gustarán los hombres”– y ataca la bisexualidad –le niega su estatus y su experiencia particular de la sexualidad…–.1 Cansa tener que tragártelo –la maldita racionalización de “Bueno, ahora no es para tanto; ya se lo explicaré la próxima”– o tener que explicarlo –es tan visceral el tema que es muy fácil explicarlo con la herida abierta y mal–.

Duele también que, habiendo dicho pública y privadamente que soy lesbiana –y con lo que me ha costado decirlo–, a una le digan cosas asumiendo que una es heterosexual, como, yo qué sé, bromas o la típica tontería de “ya tendrás novio”… Novia, plis. El detalle de que soy homosexual, siendo transexual, parece que cuesta asumirlo aún más que yo sea trans.

Duele más porque sé que no es un ataque. Son incomprensiones. Y entonces una quiere dar explicaciones… Hasta que ahora me pregunto… ¿Y por qué? ¿Por qué debo dar explicaciones? Voy un poco más allá y a veces me pregunto si no soy demasiado amable y si no debería ser como un poco más insoportable…

Nah, no está en mi carácter. No lo está porque a la primera a la que le cuesta es a mí. Yo soy la primera que me asusto por estar tan fuera de la norma, también en otros ángulos de mi vida como mi educación, mi origen, la forma en la que me crié… Me asusta sentirme una nota al pie o un asterisco constante.

Es que eres especial. Ojalá no lo fuera o no tanto. Toda la vida he sido la rara y jamás lo he buscado. Siempre soñaba con encajar. Y ahora busco ser auténtica y siento que no encajo en ningún lado…

Es el miedo, lo sé… y sé que, en realidad, el gran paso es el que he dicho “de pasada” arriba: ahora busco ser auténtica. Pero ya sabéis: aquí soy brutalmente honesta lo más que puedo y, a veces, cuando el miedo arrecia, una sí que se pregunta si vale la pena.

Respondo ya: siempre vale la pena ser una misma… aunque luego una acabe cansada de que sienta que deba dar explicaciones o se imagine cómo resolver situaciones embarazosas que aún no han ocurrido… ¿Cómo le diría a una chica que me gusta, incluso sabiendo que ella es lesbiana o bi? ¿Cómo le paro los pies a un chico que se acerque sin malas intenciones? ¿Y si una amiga me quiere presentar a un chico, porque le parece divertido hacerlo o no se enteró del memorándum, qué hago? ¿Cómo me valido? Agh…

Supongo que es un proceso largo como el de la transición misma… Quizás, simplemente, es parte del mismo proceso y ya. Mientras tanto, la losa se siente pesada y me recuerda razones que me dije a mí misma para no permitirme ser yo. Y duele. Y duele darme cuenta de que una cosa es aceptar el hecho y otra cosa es aceptarme por completo…

Estoy en el camino, pero en ese camino necesitaba sacar estas palabras de mi corazón. Es que una merece poder explorar su destino, sea el que sea, con un poco de seguridad y tranquilidad… y sin tener que sentirse anormal.

🏳️‍🌈


  1. Las experiencias de las personas bisexuales están totalmente ocultas bajo un manto de invisibilidad y de incomprensiones terrible. ↩︎