Te vas a criticar toda la vida.

Te vas a criticar delante del espejo por esos pelos que te sobran, porque ese día te ves las tetas raras, por esos rollitos, por esos granos, por esas picaduras, por los labios, porque los muslos se te rozan al caminar, porque tus uñas se rompen como el papel, por los dientes, porque tu piel no está suave, porque el frío te la ha quemado, por el olor de tu sudor, porque te ves fea aunque no sepas decir por qué… y te vas a criticar por querer estar guapa, incluso te vas a sentir culpable.

Te van a decir que no te critiques. Te van a decir que estás siendo una esclava de no sé qué superestructura. Puede ser. Pero es que te vas a seguir criticando aunque les hagas caso a unos a otros.

Te vas a criticar por no haber cambiado de carrera aquel año y porque estuviste años metida en algo que solo hiciste por agradar a tu familia. Te vas a criticar por no haber tomado ciertas decisiones antes o por haberlas tomado demasiado pronto. Te vas a criticar porque crees que eres demasiado o porque eres muy poco, porque te sientes sola en medio de un ruido que no entiendes, porque crees que no estás haciendo lo que se espera de ti o porque lo estás haciendo. Te vas a criticar porque “seguro” que las cosas podrían haber sido “diferentes”, aunque no sepas realmente cómo ni si te hubiese convenido.

Te van a decir que eres genial, pero no te lo vas a tomar en serio. A ti te gustaría “ser como todos los demás”, aunque no tengas ni idea de qué quieres decir con eso.

Te vas a criticar por no tener ni idea de cómo vivir los afectos, porque has estado sola demasiado tiempo, porque tienes los límites muy altos y sensibles, porque crees que eso te aísla, pero cómo te vas a dejar de proteger… porque, cuando sueltas los límites, te criticas porque no te sientes a gusto haciendo lo que no querías realmente. Te vas a criticar porque crees que vas al revés del mundo y te vas a criticar cuando quieras dar el primer paso hacia quien te haya llamado la atención –¡qué va a pensar!–. Te vas a criticar porque es que no te mereces el placer y porque no puede ser que pienses de forma tan pero tan cruel hacia ti misma.

Te van a decir un montón de cosas súper bonitas para animarte, pero ninguna te ayuda porque ya las has escuchado mil veces. Las dicen con buena intención, sí.

Te vas a criticar toda la vida. Eso no va a cambiar. Lo importante es quitarle poder. Te vas a criticar toda la vida, te vas a juzgar, te vas a sentir menos, incapaz, inválida, un monstruo, mala persona, culpable, todo lo que tú quieras, pero…

Es que esa no eres tú. Esa es la voz de tu sombra, que existe, pero existe esclava de tu luz. No la combatas, porque te tragará. Simplemente deja que exista y, entonces, se vuelve tu aliada y decrece a una sombra gris y tenue que, sí, te criticará… pero cada vez más se ajustará más y más a tu figura real y a la de quien tú quieres ser. Entonces cambiarán el tono y la razón por la que, a veces, eres tan dura contigo misma: no será más para castigarte y hundirte en un pozo de lodo negro, sino que será para animarte a seguir caminando.