Esto va a ser un revoltijo. Tengo un catarro de verano extraño, apenas he dormido y tengo mil cosas en el corazón. Read with caution; léase con precaución.

Si en este post hay errores de puntuación, redacción –ortografía lo dudo– es porque he decidido publicarlo sin revisarlo. Es que muchas veces borro los posts al revisarlos… posts enteros, de mucha extensión. Y este necesito subirlo. Quizás en un futuro le pase una revisión. Hoy no.

¿Por dónde empiezo? Puedo empezar por lo más cercano. Una mujer a la que admiro muchísimo me ha confesado que tiene miedo de que el tiempo para cumplir sus sueños se le acabe, que no llegue. Yo vivo con ese miedo en el puño también. La entiendo. A veces la vida parece que vaya demasiado rápido y demasiado lenta a la vez.

Si Ella –en mayúsculas, es que es una diosa– tiene miedo… entonces… entonces… entonces… entonces… La tentación es decir ¿Qué me queda a mí?, pero no, esta vez no…

Esta vez digo… y un poco es el ánimo –no las palabras con las que le contesté–: estamos todas en lo mismo, hermana, todas pasamos por lo mismo… Y lo digo en femenino porque creo que nosotras estamos más sometidas a la percepción del paso del tiempo. No es solo por el cuerpo, también es… no sé, esto es una sensación muy mía y no necesariamente la verdad, pero creo que nosotras somos más conscientes del tiempo que pasamos desmontando cargas que nos impusieron desde fuera.

Y una carga que me pesa mucho es la de no seguir mis sueños.

Como ando súper acatarrada, me distraigo fácil. En vez de seguir escribiendo, me he puesto a ver Instagram y, allí, acabo de ver un post de un capellán de hospital que ha acompañado la muerte de mucha gente… y dice que todos acaban muriendo preguntándose “¿Por qué escondí quién era, mis anhelos, mis sueños?” Me he puesto a llorar. Yo no quiero decir eso cuando me vaya.

Es que es eso.

Si yo contara todos los sueños, todos los proyectos que imagino, todas las cosas con las que fantaseo que podría hacer, llenaría un libro… yo sé que todo no se puede hacer en la vida, pero… yo me paralizo. Me paralizo fácil. Lo he dicho mil veces: soy insegura, tengo miedo, muchas veces me conformo con situaciones con las que no debería, sé que puedo pelear más y mejor…

Pero…

El cansancio es real.

Mucho.

Pero…

No puedo dejar que eso me derrote. Sí, estoy cansada. Sí, estoy confundida en muchas cosas. Sí, estoy irritable y pierdo los nervios del mismo modo que me gana la euforia… Las hormonas juegan un rol, pero tampoco puedo dejar que me controlen. El tránsito, las experiencias, la avalancha de cambios… ha sido mucho, pero debo encontrar la manera de seguir…

Pero necesito seguir de manera más inteligente, creo.

Me he aislado mucho y… sola una puede menos que acompañada. Me refiero a volver a tener una “tribu”, un espacio, una comunidad… no tiene ni por qué ser LGTB… En su día fue la salsa. A veces pienso que podría ser el café hoy en día… no sé, me estoy estrenando con la AeroPress y me encanta lo que descubro sobre el café como hobby… ¿Quizás debería ir a una cata un día, perderle el miedo a presentarme un día a algo así? Seguramente lo peor que podría pasar es que me sirvan en la cata algo que no me guste, ¿no? ¿Quién me va a agredir? (Ya, pero una voz maliciosa me dice que me van a apartar…)

Digo juntarme entre coffee nerds por decir algo. El objetivo es que no puedo estar tan desconectada. No me hace bien. Yo creo que me energizaría… para luego hacer ya cosas como profesión.

Supongo que… me voy a poner un poco esotérica… Supongo que, de algún modo, sí que somos energía y que la transmitimos y que necesitamos transmitirla y mantenerla fluyendo entre nosotros…

Yo la detengo dentro de mí. A veces soy una presa hidrológica que atrapa… que me atrapo a mí misma. No es reclusión por querer descansar, que es algo que está muy bien… Esto es… feo… Es más bien querer controlar lo incontrolable: la vida. Cuando te viste sometida a cosas muy complicadas de peque que te hacían sentir que la vida no es un lugar seguro, te impones el papel de querer ser la Diosa del Universo: la directora y protagonista del Todo. Sin embargo, una sabe que eso es mentira y, encima, la vida te lo muestra… y… y… frustración, rabia, mal, todo mal.

Yo tengo una forma de reconectar con mi verdadero lugar en el mundo; o sea, ser simplemente una humana más con un espacio de control prestado por las circunstancias… y que es muy pequeño, realmente… Esa forma es volver al cuerpo.

Qué casualidad, cuando me siento revuelta es cuando tengo los pensamientos más negativos sobre la sexualidad, mi sexualidad, me toco menos… me veo peor en el espejo, me digo cosas feas… Es como si, por querer controlar el resto, mi alma se va del cuerpo y el cuerpo llora.

Yo sé que el estrés reduce la libido –maldito cortisol–, pero ese círculo vicioso de “Me estreso porque soy una control freak, dejo de hacer lo que me ayuda a reconectar conmigo misma, me pongo más controladora por eso…” al final lleva siempre o a algún disgusto o a una noche entera llorando.

Y es la corporalidad en general, la verdad.

Extraño bailar, por ejemplo. Lo extraño no tanto por los sociales de salsa… que, al final, son un poco tóxicos. Lo extraño en la expresión y en la intimidad que provee… incluso sola. Me para la vergüenza… y me frustra que sea una vergüenza nueva, de ahora… “Antes de” la vergüenza estaba enmascarada detrás del “Me encantaría que me vieran de chica, pero no, no voy a hacer eso”. Ahora, “después de”, la vergüenza de verdad sale a la luz… que también estaba antes, pero ahora está desnuda esperando a que la cure: “¿Soy de verdad?”. Y en esa inseguridad… llevo más de 3 años sin pisar una pista de absolutamente ningún estilo… y ha habido alguna oportunidad…

“Pero es que no sabes swing”… Porque la oportunidad ha sido swing… Ver una “clandestina”, sufriendo como público, fantaseando con que “¿Y si lo intento?” y luego marcharme desazonada… Obvio que si bailara swing bailaría “mal” –o sea, improvisaría desde lo que sé de latinos, especialmente mambo–, pero ¿por qué no, no?

Lo mismo con mil cosas…

Tengo la sensación de que he avanzado muchísimo en muchas cosas. Soy mucho más honesta conmigo misma, para empezar. Eso es muy importante. Esa honestidad viene con un precio, sin embargo: el de darme cuenta de muchos puntos oscuros. Superficialmente la tentación es pensar “Estoy peor”, pero no… todo eso ya estaba antes… Solo que ahora le pongo el foco. Si tienes una enfermedad sin diagnosticar durante años que, un día, te la diagnostican, no es que el diagnóstico fuera un paso atrás… la enfermedad no te habrá venido por el diagnóstico… Esto es igual. Jode muchísimo –del mismo modo que jode que te digan que tienes una enfermedad de la que no te habías enterado–, pero es el camino para sanar.

Sin embargo, creo que llevo mucho tiempo queriendo arrancar con unas cosas y no lo consigo. Mi terapeuta me dijo que uno de los obstáculos que tengo es el de que me cuesta dividir mi vida en etapas “discernibles”. Para mí todo es un revoltijo que une cosas de hace 20 años con el café que me acabo de tomar hace 10 minutos. El pasado se me hace presente demasiadas veces durante el día… Crear etapas ayuda a ordenar, a explicar(nos)… a ver nuestro progreso.

Entonces, Ariadna, ¿qué vas a hacer?

Honestamente, nada. Necesito justamente sacarme de la cabeza que puedo forzar las cosas. Haré lo que pueda. Me pone nerviosa decirlo… ¡Siempre se puede más! Pues no. Se puede más si una deja de perder energías queriendo controlarlo todo…

Ariadna, ¿qué necesitas?

Me he acostado un momento en la cama para pensar en la respuesta. La respuesta me deja muy vulnerable. He pensado en no escribirla.

Necesito hablar y, seguramente, visitar a amigos y… salir de la rutina, pero me siento una molestia cuando quiero hacer eso. Necesito un abrazo. Una tarde de vagueo pero acompañada. Sin más. He dejado que me aísle. Necesito hablar pero con alguien que no me permita que me esconda. Necesito ser vulnerable más allá de este blog, que está bien, pero me falta esa parte humana.

Pero para eso la que tiene que dar el primer paso soy yo. Respiraré, me rendiré, recordaré que Ella también tiene miedo, que todas lo tenemos, pero que el amor existe y que no tengo que temer ni controlar las cosas con quienes sé que hay amor… Lo haré. Descansaré (de mí misma) primero. Y lo haré.

Gracias por leerme, si me has leído hasta aquí. 😙