Esta año ha sido intenso. Para empezar, no sé cuántos posts he escrito en 2023. Podría usar mis habilidades en POSIX shell para ver exactamente cuántos posts han sido, pero en este momento no tengo mucho cerebro como para… Venga, va, que solo es una línea de código…

[ari@arch posts]$ find . -name index.md -exec grep -E '^date.*?2023' {} \; | wc -l
80

80 posts en un año es más de uno por semana de media; ¡no está mal! En esos 80 se cuenta este mismo, por cierto.

Ha sido un año de muchos descubrimientos, mucho trabajo interno y tener que enfrentarme cara a cara con miedos muy profundos, inseguridades muy insidiosas y tener que comprometerme conmigo misma a que el dolor no tiene por qué ni definirme ni ser eterno. La he pasado mal, porque profundizar en temas como por qué le he tenido tanto pánico al Eros o quitarme de encima prejuicios como que soy “mala lesbiana” o deshacerme de la sensación de que “estoy rota”, etc., no ha sido nada fácil.

Pero llego al final de 2023 con la mochila menos pesada que en enero. Ya no me siento una impostora como mujer homosexual, me he reconciliado con partes de mi cuerpo que no me gustaban, me he explorado muchísimo en cuerpo y en alma, he definido mucho qué significa para mí ser quien soy, me he respondido a preguntas como qué límites me gustan, cómo me veo en relaciones, qué quiero para el futuro… Oye, que sí, que ha sido largo y duro, pero el balance es muy positivo, me parece.

Y eso da esperanza para las espinitas que siguen doliendo. A ver, me gustaría dejar de sentirme tan inferior cuando me gusta alguien, tanto que acabo escapando y escondiéndome. Lo estoy trabajando. Todavía no estoy donde quiero estar: romper la parálisis y atreverme. Vale, no estoy pero sí es verdad que, si he conseguido desatar tantos nudos, este lo voy a acabar desatando también; es cuestión de trabajo y tiempo, como lo ha sido todo lo demás. Paciencia y buena letra.

Sí, también me gustaría recuperar un cierto nivel socioeconómico. Mi vida ha sido muy inestable en los últimos años en ese aspecto y me cansa mucho tener esa sensación de ser un poco “bicho raro laboral y profesionalmente hablando”. Pero este año aprendí algo muy, muy, muy importante: Que eso no define quién soy y que estamos en un sistema podrido donde una productividad nihilista se antepone al cuidado de las personas. Cualquiera que sepa algo de antropología sabe que la actual organización del trabajo no tiene más de dos siglos. Escribiendo esto no voy a cambiar el mundo, pero sí ayuda a relativizar la situación personal y a no caer en ciertas trampas muy destructivas que nos impone la sociedad. Eso no quita que me gustaría dejar de estar en subibajas económicos constantes; hay ciertos temas que necesito resolver y que necesitan que tenga una estabilidad económica… pero no a costa de mi salud mental y emocional, ya no.

No puedo no mencionar que este año ha sido mi año de coffee lover. Fue muy de casualidad, en realidad, casi por necesidad: el café comercial me suele dar mucha acidez estomacal –ahora sé por qué y tiene que ver con los defectos– y de ahí acabé metida en aprender sobre café. No es una vocación, pero es un mundillo que me ha aportado mucho, me ha permitido conocer gente nueva y da la satisfacción de tener cafecito rico en casa.

2023 ha sido el año en el que me he enamorado de la sexología. Me sigue dando respeto y muchas veces me pregunto si podré ser buena profesional, cuándo podré serlo –las cosas como son, necesito el dinero– y, bueno, esto seguramente si me leen las sexólogas me dirán que no sea tan dura conmigo misma, pero muchas veces me pregunto si es legítimo que yo me meta en estos temas si es que yo soy una novata absoluta en la vida erótica. Hay una perspectiva vital que me falta y que siento que me ayudaría a ser menos teórica y más pegada a tierra… y eso me pone insegura. Pero bueno, paciencia. Todo es construir día a día.

Me ha gustado mucho que este año haya sido el año de la resignificación. He descubierto lo importante que es dar sentido a las cosas desde el corazón… y que ese sentido es muy personal, no tiene nada de “objetivo”, pero es totalmente real y hace que nuestras vidas sean mucho más que una sucesión de días… Para mí ha sido redescubrir una mística un poquito esotérica que, bueno, conecta con esa vida muy espiritual que he tenido por la educación religiosa que tuve… pero ahora es mía. No es una búsqueda de respuestas, sino más bien una búsqueda de patrones y de caminos… pero no de destinos. Y que esa resignificación haya pasado también por el cuerpo ha sido muy importante y muy sano: no le tengo miedo ya a mi pene, simplemente, porque le he dado un significado personal a cómo soy, cómo me muestro, cómo me vivo…

Y hablando del cuerpo y de quién soy… 2023 también ha sido el año en el que me he dado cuenta de que soy acogida, querida y que puedo estar desnuda sin problemas en espacios que percibo como femeninos. No es solo una desnudez del cuerpo, sino del alma. Muchos miedos que he tenido de ser rechazada solo eran veneno inyectado por personas que quisieron hacerme daño. La realidad es mucho más segura y bonita. Como he dicho, quizás no me he atrevido a la intimidad, porque los miedos –creo– son como hábitos y no puedes desmontarlo todo a la vez, pero el cambio de mirada ha sido muy importante y lo noto y se me nota en especial por todo el amor que he ido recibiendo, paradójicamente, en momentos en los que juraba que no lo merecía.

Hablando de amor, de Eros, de lo importante. 2023 ha sido el año en el que me he rendido a la posibilidad de que soy poliamorosa. Y es importante porque es un cambio de mirada a todas las relaciones humanas que mantengo, no es solo una orientación de cómo siento las relaciones eróticas. Es una forma de mirar la realidad humana que parte de un deseo y una necesidad –¿creo?– erótica pero que trasciende hacia un buscar el cuidado, desear la comunicación franca pero amorosa, vivir los límites propios y ajenos como invitación, vivir la certeza de que el amor es un bien infinito y que las dinámicas que se dan entre cada persona son distintas… que cada una es un tesoro que cultivar… pero cada una también tiene derecho a escuchar cómo quiere una las cosas… Y que de ahí surge el consentimiento más sólido. Si he aprendido a pedir ayuda en temas que nada que ver con lo erótico, ha sido por esto, porque estoy viviendo la verdad de que soy amada. Para mí esto ha sido muy beneficioso primero a un nivel que jamás habría pensado… Y sí, siempre lo digo: eróticamente soy una novata total, pero ahí estoy, con mucho miedo, muy reacia a juntarme con la comunidad porque no me siento preparada, pero poco a poco. Y es gracioso, porque al igual que con la identidad, al igual que con ser lesbiana, este es un aspecto de mí que yo recontrajuraba que no era parte de mí desde hace muchos, muchos, muchos años. De hecho lo he llegado a combatir, como con las otras dos cosillas que he mencionado… hasta que la vida me dijo: “Tía, acéptate”.

¿Qué espero para 2024? Seguir siendo valiente y seguir haciendo un buen trabajo dentro de mí, ojalá estabilizar mi vida y poder poner cimientos sólidos para construirme también profesionalmente. También quisiera domar mis sombras cada día un poco más, ser más vulnerable, perder el ansia de control cuando se trata de cositas sexys y sí, también, pasármelo bomba… que he pasado unos años un poco mustia con tanta insistencia en trabajarme. Quiero disfrutar(me) más, que es una parte de la sanación que también es necesaria… Quiero honrar mi intensidad, mi creatividad, mis méritos, seguir aprendiendo, seguir escribiendo… seguir siendo tremendamente sexy y tener siempre presente mi corazón ❤️