Soy una contradicción andante. Sensual, erótica y libre, pero pudorosa, llena de inseguridades, llena de miedos. Energía arrebatadora y profunda, pero que me consume a mí misma porque no sé dejarla salir bien. Soy una contradicción andante.

Ayer mi terapeuta me dio la enhorabuena, que me estaba reconociendo yo a mí misma en mis escritos… los escritos que le paso a ella y los que yo escribo aquí. Que escribiendo yo soy la Ariadna libre y que esa es la chica que está comenzando a florecer. Al otro lado de la mesa de centro estaba sentada yo, que había llegado temblando y vulnerable, pensando que estaba atascada y sin salida. Cuando ella me dijo eso… no supe qué responder… me rasqué la oreja, me intenté poner cómoda en el sillón…

Me volví a sentir contradicción entre lo que soy, lo que creo que soy, lo que quiero ser, lo que creo que llegaré a ser y, por supuesto, lo que he sido y lo que creo que he sido…

Enhorabuena… Qué palabra que no me esperaba.

Me siento contradicción porque soy la que llora desconsolada pensando que la van a mirar mal, que no tiene un lugar, que estoy en guerra con mis deseos y, al mismo tiempo, soy la que vive sin ningún problema en una ciudad conservadora, todo el mundo me echa una mano con una sonrisa, soy capaz de sacarme una foto coquetísima y sensual como la de arriba, me busco a mí misma y me encanto… Todo al mismo tiempo, en oleadas que me arrastran cada día…

Y yo, timón en mano, en un barquito que intento que no se hunda…

Quizás debería dejar que el barquito se hunda. No se me interprete mal. Quizás el error es querer navegar el mar con un barquito y lo correcto es que yo me haga una sola con la mar… Quizás los límites del navío me llevan a querer domar las olas en vez de ser algo más grande: la misma mar, poderosa, viva, terrible y amable… O quizás esto es un desvarío por haberme levantado mal, con resaca post-terapia, con las heridas que pican después de un lavado gentil y necesario.

Soy contradicción porque desearía ser perfecta, pero la perfección no es humana, la humanidad no es perfecta… y yo soy humana. No puedo controlarlo aunque sepa muy bien por qué estoy así: que quiero arreglar el desastre que fui durante años, dejada, sin rumbo, sin control… No quiero volver ahi, así que he adoptado lo contrario: disciplina militar, estoicismo, control… Ya, un poco está bien, ¿no? Pero Ari, en serio… ¿y tu vendaval de emociones? ¿Y todos esos deseos loquísimos y hermosos, qué lugar les vas a dar? No sé, no sé…

Estás floreciendo recién ahora… Es un cambio de etapa, pero en estos cambios lo de antes y lo que viene se solapan… Es normal que estés desorientada…, me dijo la terapeuta hace dos semanas. Me dijo que me reía mucho más en consulta, que me estaba atreviendo cada vez más a hablar de temas muy duros… Sí, supongo.

Salir de una prisión es contradictorio. Llevas años añorando la libertad y, luego, cuando la tienes, no sabes qué hacer con ella. Te toca volver a aprender todo de nuevo.

Soy contradicción… Mi camino es hermoso, sé que mucha gente me mira y me lee con lágrimas de alegría en sus ojos. “Ariadna se salvó”, “Ari está más guapa que nunca”, “Se la ve mejor”, “Lo que ha hecho esta es una pasada”… Ay, pero mi camino ha sido terrible también. ¿Acaso la belleza más fuerte nace de los horrores?

Soy contradicción en un cuerpo coherente y contradictorio a la vez… Cuerpo que estoy aprendiendo a amar, cuerpo que no entiendo ni yo y espero que alguien por ahí entienda… y lo ame también. A todo esto, soy contradicción en el querer y no querer compartirme…

Una vez me dijo alguien algo así como que “aquellos que muestran seguridad implacable son siempre los más inseguros y los que más sufren en su corazón”. La cita no es exacta, pero iba más o menos así. Puede ser… ¿pero qué hay de las que mostramos ambas cosas, una seguridad preciosa y una inseguridad vulnerable también preciosa a la vez?

Ay, ayer entré en la sesión apesadumbrada y salí llorando de risa. Me sentí libre. Hoy me he levantado gris y triste y me he refugiado en escribir estas líneas que no sé si leerá alguien… Y me siento libre. Qué razón tenía ella en que buscara más y más todo aquello que me haga sentir libre…

Comencé este post medio llorando, desorientada, agobiada… Lo acabo llorando, pero con una sonrisita en el rostro. Me tengo que agradecer haber decidido escapar del mundo y sus obligaciones un rato para volver… a casa… o sea, a mi corazón…

Aprenderé a volver a casa y quedarme en casa para tantas otras cosas en las que me pierdo en laberintos solo para perderme. Me joden los estados intermedios, estas fases de cambios, estas fases de incertidumbre de en qué tipo de mariposa me estoy transformando… Al menos sé que no soy polilla, eso es importante. Nada contra ellas, pero son muy peludas.

Y ahí he vuelto al humor tonto que saco de natural. Estoy mejor. Saldrá todo bien. Soy contradicción, soy imperfecta, soy incomprensible y sé muy, pero muy poquitas cosas… pero soy hermosa así. Ariadna, sin más.

Y todas las almas y cuerpos son hermosos así. Tú, que me lees, también. Recordémonoslo mutuamente siempre. 💜