Cuando te reconoces en ti misma, cuando tocas tus pezones y tus pechos… y recorres tu piel sin juzgarte… Cuando decides amarte con todo tu cuerpo y te reconoces en ti misma como siempre fuiste, aunque te engañaran…

Entonces se rompe el hielo. Se rompen los miedos junto con el orgasmo. Te llevas las manos al cuello para sentir que ya no hay una cadena. Las manos en las caderas y en Monte Sagrado para sentir la suavidad de lo que ahora eres y has sido.

Se te acelera el pulso. El dique se ha roto. Vuelves a tu pecho, a tus hombros, a tus pantorillas… Te repasas entera como despertando de un sueño. Has vuelto a nacer. Tu imaginación desea y sabe qué desea.

Pasaron ya las nubes negras. Ahora eres una flor. Ahora eres tuya. Ahora, querida mía, disfrútate. Conjúrate.