Hoy no toca ninguna ficción erótica. No, tampoco quiero dejar de tocar temas personales y reflexiones así de las mías en este blog. Hoy quiero sacar del alma palabras, casi apuntes, sobre erótica, sexología, algunas experiencias del último tiempo, algunas lecturas… La verdad, escribo estas líneas sin saber muy bien cuál es el destino que va a tener este texto.

Mi terapeuta me ve mejor. Quizás sea mejor empezar esto así, por el final. Si me leéis de vez en cuando1, sabréis que he pasado por fases de mucho pánico a la sexualidad, que me costó mucho aceptar que soy lesbiana, que todo esto viene de un recorrido vital donde tuve mucho en contra… y aquello que tuve a favor, pues que en su momento ni pude reconocerlo como tal. Ha sido una temporada súper larga de enfrentarme a muchas cosas, muchas veces en silencio, muchas veces sintiendo que no sabía qué estaba haciendo…

Muchas veces, sola, en mi habitación, intentando reconectar los cables entre mi deseo y mi cuerpo. Eso, que suena tan bonito dicho así, costó lágrimas, no entenderme… pero seguí paso a paso.

Y ahora es otro momento. Es un momento donde el cuerpo ya no pesa, sino que lo que pesa es comenzar poco a poco a actuar para vivir la sexualidad también acompañada.

Si mi psicóloga y sexóloga me ve mejor es porque he tenido que enfrentarme a situaciones nuevas de improviso y… tanto a ella como a mí nos gusta que he sido receptiva, en vez de poner barreras irracionales… y, mientras que, también, he ido creando una imagen de qué es lo que quiero y, más o menos, cómo.

Porque es que yo hace un tiempo solo podía pensar en qué quería evitar en la intimidad, no en lo positivo… no en lo que yo busco. Por algo se habla de “encuentros sexuales”, ¿no? Pero si mi alma estaba solo viendo qué evitar, qué iba a encontrar yo…

A ver, era una fase necesaria, supongo.

Desarrollar qué es lo que quiero yo en una relación ahora –a saber de aquí a un tiempo– solo lo he conseguido, de alguna manera, aceptando en serio quién soy. No sé, noto y sé que estoy atrayendo situaciones nuevas muy bonitas. Muchas son tonterías, pero son momentos de cercanía que antes me ponían a la defensiva y ya no. Y eso crea una bola de nieve buena. Poco a poco me voy acercando más y más a una erótica mía.

Mientras más vivo cosas, más sed de entenderlas y de preguntarme otras cosas nuevas. “¿Y cómo harías esto, Ari?”. “¿Y esto otro?”. Alguna de esas situaciones ha sucedido ya y… bueno… al final la realidad siempre necesita soluciones diferentes a las que una planea al inicio, pero lo bonito es que he aprendido a estar atenta.

Y ponerme a escribir relatos eróticos… un poco limitados, pero bueno, son los míos… Me ayuda a romper mis barreras muchísimo, pero mucho.

Es increíble cómo se van abriendo las puertas por todos los lados. Se me abrió la puerta de querer estar más cerca de la comunidad LGTB… especialmente leer sobre ciertas experiencias más o menos comunes que tenemos las lesbianas… y es interesante reconocerme ahí… Y también da un poco de miedo leer sobre algunos “peligros” que han pasado algunas, pero… también es bonito tener esos testimonios para que una no caiga tropezando con piedras que ya se conocen. Que sí, que leer no te prepara para el vendaval de emociones que se levanta cuando suceden las cosas, pero te da una visión… te dibuja en el corazón unas líneas para comenzar a ubicarte… y para reconocerte en presente y también pasado.

Y eso da mucha seguridad.

No sé, ando con ganas hasta de “hacerme disponible”. Perderle el miedo a decir Me gustas, que es miedo a lo bueno que viene después… no miedo al rechazo. Ser vulnerable y muy honesta. Decir la verdad de mi historia, contar mis miedos, contar mis ilusiones y que las cosas se vayan entretejiendo entre tus y mis manos, querida mía… Oh no, ya empieza esta…

Una parte de mí siente mucha vergüenza de hablar de estos temas, ojo. Como que me pienso un poco muy adolescente leyéndome escribir tanto sobre esto, pero es que me nace así… En esos momentos de dudas intento recordarme varias cosas.

Primero, que no hay nada de vergonzoso en hablar de algo tan humano como la sexualidad; es que los humanos le damos a un hecho biológico toda una esfera psicológica y espiritual que nos atraviesa mucho más de lo que queremos aceptar. Me gusta hablar de sexualidad, no de sexo.

Pero también me recuerdo que… yo la he pasado mal, he aprendido, sigo aprendiendo y que creo que todo esto le puede servir a alguien. Yo me he sentido a veces muy sola en mi camino. Me gustaría echar una mano alguna vez, porque no creo que sea la única que se haya sentido sola al redescubrirse, especialmente si se ha pasado –como yo– por violencia y trauma. Sí, lo de estudiar sexología me viene mucho a la cabeza y mi terapeuta me anima a ello, porque según ella “tengo visión sexológica”… No sé, es solo una idea para un largo plazo, después de que yo haya aprendido mucho más. De momento, este blog al menos está aquí y puede ser una palabra de compañía como lo han sido para mí libros como Sapphic Fire y ¿Cómo superar un bollodrama?, así en particular sobre temas sobre sexualidad entre mujeres.

Yo creo que en estos tiempos de tanto hablar de sexo pero sin criterio… hay que hablar de sexualidad pero bien.

Mi trabajo ahora es seguir con el corazón abierto. Yo sé que he caminado mucho para llegar a este gustico –término técnico de mi terapeuta– que siento ahora en tantos niveles. Eso solo pronostica cosas buenas porque la predisposición hace mucho.

Y eso… esto se ha parecido más a un Status Update como los que se estilan en los blogs de desarrolladores de software libre que a algo con cara y ojos, pero, no sé, quería escribir libre, sin más.

Viva el amor. Y sí, que viva el sexo. Viva ser humanos y no «sepulcros blanqueados».


  1. Me da mucha pereza enlazar a posts antiguos. Lo siento: si queréis detalles, vais a tener que hurgar en el archivo del blog 😅 ↩︎