Es casi medianoche. Estoy sola en el piso, mientras el mundo celebra el sábado de carnavales. Me gusta escribir con una vela encendida, un té con leche bien suave y una lista de reproducción de Spotify, que tengo descargada para poder así poner el móvil en modo avión.

Quiero abrir un poquito mi corazón a algo.

Escribo mucho de dolor y sufrimiento aquí… y de los retos a los que me enfrento, especialmente en la relación entre mi cuerpo y mi alma y, ya sabéis, también en mi sexualidad. A veces creo que tengo un aire melancólico que me hace verme bonita… y, de hecho, no me parece mal tenerlo… Me gusta haber desarrollado esa habilidad de escribir sobre cosas terribles. No sé si es valentía, pero es lo que me sale muchas veces del alma.

Ya, me gustaría tener el alma de una manera que no tuviera que escribir jamás sobre cosas tristes o complicadas… Pero se empieza por algún lado y eso es hoy 😊

Hoy ha sido un día de primavera adelantada. Esto es Pamplona y que a mediados de febrero haya hecho sol y temperaturas de casi 17 grados no es motivo para fiarse de nada. Sin embargo, qué gusto poder salir hoy vistiendo la americana en vez del abrigo, más cómoda, más sexy, más poderosa…

Y eso me ayuda a verme con más cariño.

Me gusta en qué me estoy convirtiendo. Me gusta todo lo que estoy aprendiendo, de mí, de vivir como mujer y ser una más, de ir descubriendo el valor de una delicadeza que también sea segura, de mis deseos, de… No, no puedo resumir en un párrafo todo lo que estoy viviendo.

Me he culpado mucho de mi timidez, de mi inseguridad… pero estoy comenzando a creer que… que me estoy evaluando con la vara de medir equivocada. Sí, tengo miedos, pero ¿quizás muchos de esos miedos no sean eso, sino, tan solo, las vulnerabilidades que compartimos muchas? Quizás no soy tan bicho raro, ni estoy tan mal como a veces pienso…

¿Cuántas veces mis amigas me habéis dicho que os pasan cosas parecidas que a mí? Cambian detalles, pero que levante la mano la que no estuvo insegura en su sexualidad en algún momento o la que no pasó por cambios de ánimo –y físicos– por medicación hormonal, quién no ha pasado miedo en la calle o quién no se ha desanimado con su cuerpo para luego un día verse estupenda… o sufrir el síndrome de la impostora y miles de miles de otras cosas… En realidad creo que ignoro a propósito tantas similitudes, tantas analogías…

Empiezo a creer que lo valiente es decir lo que me decís vosotras: “Eres una más”. Y me lo decís con palabras y con actos, tanto amigas como otras mujeres con las que tengo una relación menos cercana, pero ahí están en mi día a día.

Tampoco se trata de borrar las diferencias, que también me gustan las mías… aunque me hayan traído dolor, con ellas yo me quiero reconciliar… De lo que creo que se trata es de verme rindiéndome ante la realidad.

Pero no es fácil. Hay una sed de control en verte mal, porque entonces hay algo que hacer al respecto. Ya, pero qué más tengo que hacer al respecto yo, salvo vivir y disfrutar todo lo que me ha venido, súper bonito, después de tanta tormenta…

Ahora debería poner mi alma en el siguiente estado: Viviré la nueva vida que me han regalado. A ver, sí, hay mérito mío: haberme disciplinado, buscar trabajo, ser muy seria con la hormonación, dejar cosas que me hacían daño como el alcohol, sacar de mi vida a personas que no convenía que tuviera a mi lado, currarme y aprender sobre ropa –equivocándome fiero al principio…–, salir a la calle al principio de todo sin importarme las miradas… Pero, sí, aunque hubiera mérito, hay tanto que ha sido pura suerte o generosidad de otras personas, especialmente otras mujeres, cis y trans.

Pues solo puedo decir un Gracias enorme, qué voy a decir… pero un gracias también porque mucho fue hacerme ver mi propia fuerza… Ha sido un diálogo entre vosotras y yo, la sociedad y yo… en la ciudad más improbable o, al menos, en la que yo pensaba la más improbable.

Sé que soy muy pendular. Espero que no, pero quizás el post siguiente a este sea otro post serio, duro… Es inevitable… Los cambios en el alma no se hacen escribiendo una línea… Es practicarlo. Y he practicado –de momento, me cuesta– el ir viéndome con “gafas” más positivas y ver el mundo con esas “gafas”…

En vez de sentir envidia y sentirme menos por ver a una pareja de dos chicas pasear por la ciudad de la mano, quiero empezar a pensar “Algún día me tocará a mí”.

A ver, la actitud no es una varita mágica. Hay contexto, hay traumas, hay dolor y hay problemas objetivos dentro de mí que debo trabajar y que interfieren, que me tiran a ver todo como una catástrofe… que me hacen criticarme de una manera súper injusta y súper cruel…

Pero quiero seguir repitiendo que quiero cambiar esa actitud. Creo –me da pereza buscar, la verdad– que ya lo he dicho en algún post en este blog… Pues mira, que lo tenga que decir cuantas veces hagan falta. Que cada vez sea testimonio de que estoy luchando por esto, por dejar de pensar en supervivencia y respirar vida, dejar de reducir daños y dejarme llevar por el placer sano y lo bueno que es bueno “sin más”.

Quiero ser más ligera… y así dar los pasos más ligera.

Algo de esto he ido consiguiendo. Me cuesta verlo en concreto, pero algo más ligera debo de estar viviendo si mi vida va bien, si me siento apreciada por quienes me quieren, si me encuentro tantas veces con palabras bonitas de desconocidas y nuevas conocidas… ¿Faltan anhelos por cumplir y aclarar planes y deseos? Obvio, pero cuánto ya se ha cumplido…

Y quiero seguir creciendo, pero con humildad. Yo tengo un pasado de mucha soberbia, que es un vicio que intento mantener a raya mucho. Como mujer, soy una recién llegada… A veces me he machacado como implicando que eso me hace menos, pero no… No soy menos por ser recién llegada. Tendré menos experiencia y mucho que aprender y sanar, eso sí… y mantener la humilidad, dejarme cuidar para aprender a cuidar yo en un futuro… Puf, hay tanto tan bonito delante de mí… Venga, dejemos de fijarnos en una nube medio gris que flota en el horizonte lejano y que no sé ni si viene hacia aquí.

Que me guíen lo bueno, lo bonito y el amor en este camino 👩🏻💜